UE: golpe a los acuerdos de cielos abiertos con EE.UU.

La Corte Suprema de la Unión Europea dejó ayer sin efecto las principales cláusulas de los acuerdos con Estados Unidos sobre “cielos abiertos”. Este dictamen puede cambiar radicalmente el esquema que regula el tráfico transatlántico.

7 noviembre, 2002

Según la resolución difundida desde Luxemburgo, sede del alto tribunal,
“varios artículos en los acuerdos de cielos abiertos, entre EE.UU.
y ocho países, violan leyes de la UE sobre libertad de competencia”.
Pero el dictamen no aclara si los nuevos pactos serán negociados por los
gobiernos involucrados o por la Comisión Europea (el PE regional).

Gran Bretaña, Alemania, Holanda y otros miembros de la UE se hallan ahora
entre la espada (sus obligaciones respecto de las leyes europeas) y la pared,
o sea los acuerdos con EE.UU. Algunos expertos creen que cada país debiera
renegociar individualmente con Washington.

Hasta la decisión de la Corte, esos pactos dividían -desde la posguerra-
un mercado hoy estimado en US$ 17.000 millones anuales. Renegociar el tráfico
comercial noratlántico podría tomar años, máxime con
las aerolíneas estadounidenses en plena crisis.

En otro plano, los acuerdos trababan fusiones y adquisiciones entre compañías
de la UE, pues exigían que -para retener rutas a EE.UU.- el paquete de
cada sociedad fuese controlado por accionistas de su propio país. Por ejemplo,
si Air France comprase KLM no “heredaría” automáticamente
la ruta Amsterdam-Nueva York. Como es obvio, el sistema beneficia a las empresas
estadounidenses, punto clave en el veredicto de Luxemburgo.

Según la resolución difundida desde Luxemburgo, sede del alto tribunal,
“varios artículos en los acuerdos de cielos abiertos, entre EE.UU.
y ocho países, violan leyes de la UE sobre libertad de competencia”.
Pero el dictamen no aclara si los nuevos pactos serán negociados por los
gobiernos involucrados o por la Comisión Europea (el PE regional).

Gran Bretaña, Alemania, Holanda y otros miembros de la UE se hallan ahora
entre la espada (sus obligaciones respecto de las leyes europeas) y la pared,
o sea los acuerdos con EE.UU. Algunos expertos creen que cada país debiera
renegociar individualmente con Washington.

Hasta la decisión de la Corte, esos pactos dividían -desde la posguerra-
un mercado hoy estimado en US$ 17.000 millones anuales. Renegociar el tráfico
comercial noratlántico podría tomar años, máxime con
las aerolíneas estadounidenses en plena crisis.

En otro plano, los acuerdos trababan fusiones y adquisiciones entre compañías
de la UE, pues exigían que -para retener rutas a EE.UU.- el paquete de
cada sociedad fuese controlado por accionistas de su propio país. Por ejemplo,
si Air France comprase KLM no “heredaría” automáticamente
la ruta Amsterdam-Nueva York. Como es obvio, el sistema beneficia a las empresas
estadounidenses, punto clave en el veredicto de Luxemburgo.

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