Sigue la puja: alimentos orgánicos vs. genéticos

En Europa occidental, los yuyos perjudican sembradíos de arroz o maíz. Sus dueños desechan todo lo que no sea ecológico. A unos 7.500 kilómetros, científicos de Monsanto hacen lo inverso: crean semillas biológicamente modificadas. ¿Y FAO? Bien, gracias.

16 diciembre, 2009

<p>Este l&iacute;der en la materia gasta US$ 2 millones diarios en investigaciones tendientes &ndash;sostienen sus ejecutivos- a mejorar la obra de la naturaleza. Por ende, se ubica como actor clave en la lucha contra el hambre; le guste o no a la empresa. La multinacional y los chacareros europeos representan dos extremos de un agrio debate sobre el futuro alimentario del planeta. Resulta llamativo que la organizaci&oacute;n de Naciones Unidas para agro y alimentos (FAO en ingl&eacute;s) casi no tercie en las discusiones.<br />
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Sin duda, todos quieren acabar con el hambre. Pero el camino para hacerlo coloca a los ambientalistas virtualmente contra quienes tratan de combatir el d&eacute;ficit productivo, a las grandes empresas contra el consumidor o a pa&iacute;ses ricos contra pobres. Esta pelea, agudizada por imperio de la recesi&oacute;n occidental, no impide que las partes est&eacute;n de acuerdo en un punto: si no se act&uacute;a con celeridad v&iacute;a intervenciones colectivas de largo aliento, el hambre crecer&aacute; exponencialmente.<br />
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En efecto, la mezcla de d&eacute;ficit alimentario y crisis crediticia habr&aacute; elevado &ndash;para este fin de a&ntilde;o- a m&aacute;s de mil millones la poblaci&oacute;n en riesgo de hambrunas. La FAO prescribe que la producci&oacute;n rural debe subir 70% durante el periodo 2010/49. La masa a alimentar a&ntilde;adir&aacute; 2.300 millones a la de 2009. <br />
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Estos problemas fueron abordados en Roma por una reuni&oacute;n cumbre, hace pocas semanas, con el lema &rdquo;seguridad alimentaria&rdquo;. Todo un eufemismo en una entidad cuyos t&eacute;cnicos ganan sueldos suficientes para mantener familias enteras en un pa&iacute;s africano. Como siempre, se escucharon argumentos opuestos. En particular, hubo duras disputas en cuanto a importancia de la ciencia versus reformas socioecon&oacute;micas en favor de agricultores capaces de mejorar cosechas sin apelar a la biotecnolog&iacute;a.<br />
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En rigor, Europa occidental, el sudeste asi&aacute;tico y parte de Latinoam&eacute;rica ya van alej&aacute;ndose de las peque&ntilde;as chacras, en pro de unidades econ&oacute;micamente m&aacute;s rentables. Pero algunos pa&iacute;ses en teor&iacute;a desarrollados &ndash;Italia, Holanda, Dinamarca son algunos- retienen una agricultura centrada en lo familiar. Esas explotaciones no emplean nada qu&iacute;mico y ni siquiera fertilizantes, pesticidas o herbicidas naturales.<br />
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Esta escuela sostiene que sus chacras son ecol&oacute;gicamente sostenibles. Ha recortado costos, se sostiene eliminando productos comerciales caros y limitando en lo posible el uso de maquinaria. Este tipo de actividad rural, por cierto, podr&iacute;a aplicarse al &Aacute;frica subsahariana, Asia meridional y &aacute;reas de Latinoam&eacute;rica. Sin embargo, en el resto del mundo la carrera van gan&aacute;ndola las semillas de Monsanto y compa&ntilde;&iacute;as similares. Ir&oacute;nicamente, los alimentos org&aacute;nicos o naturales reinan en caros restaurantes y almacenes para &ldquo;gourmets&rdquo; del primer mundo.</p>
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