Parmalat: Hubo una asociación con fines delictuosos
Así dictaminó el jueves la procuraduría de Parma, al expedirse sobre causas financieras del crac. Cerrando de ese modo la fase indagatoria, queda abierto el camino al mayor proceso por corrupción empresaria en la historia italiana.
5 noviembre, 2004
La causa involucra a Calisto Tanzi, algunos parientes y amigos, varios ex directores del grupo, bancas y auditores externos. Por supuesto, las responsabilidades de cada cual reconocen grados diversos. La clave “política”del escándalo es un agujero negro contable por el cual se esfumaron € 14.200 millones, compuestos por 1.000 millones en activos brutos y 13.200 millones en deuda (bonos) y financiamientos bancarios, otorgados en circunstancias poco claras.
El extenso expediente revela egresos probados por € 11.900 millones (1.600 millones como inversiones industriales, 3.800 millones en compras societarias, 6.500 millones en honorarios y comisiones bancarias). Quedan € 2.300 millones imposibles de documentar.
Ahí reside la clave delictiva, pues se trata de fondos distraídos por la familia Tanza y su clientela. El asunto vincula, de paso, la causa parmesana con la milanesa, pues ésta hace a investigaciones sobre datos falsos elevados por Parmalat Finanziaria –núcleo del grupo- a la bolsa de Milán y a la Commissione Nazionale per Società di Borsa, Consob.
Antes de cerrarse las indagaciones en Parma, la fiscalía milanesa ya había solicitado el procesamiento de 29 personas. Entre ellas, con Calisto, sus tres hijos y ex jerárquicos del grupo. La audiencia preliminar está en curso e involucra a tres personas jurídicas: las filiales italianas de Bank of America, Deloitte & Touche y Grant Thornton.
En verdad, son las mismas partes afectadas por la investigación parmesana que, ahora, probablemente desemboque en un proceso colectivo paralelo. Juntas, ambas causas son las más grandes radicadas en la historia judicial italiana.
La causa involucra a Calisto Tanzi, algunos parientes y amigos, varios ex directores del grupo, bancas y auditores externos. Por supuesto, las responsabilidades de cada cual reconocen grados diversos. La clave “política”del escándalo es un agujero negro contable por el cual se esfumaron € 14.200 millones, compuestos por 1.000 millones en activos brutos y 13.200 millones en deuda (bonos) y financiamientos bancarios, otorgados en circunstancias poco claras.
El extenso expediente revela egresos probados por € 11.900 millones (1.600 millones como inversiones industriales, 3.800 millones en compras societarias, 6.500 millones en honorarios y comisiones bancarias). Quedan € 2.300 millones imposibles de documentar.
Ahí reside la clave delictiva, pues se trata de fondos distraídos por la familia Tanza y su clientela. El asunto vincula, de paso, la causa parmesana con la milanesa, pues ésta hace a investigaciones sobre datos falsos elevados por Parmalat Finanziaria –núcleo del grupo- a la bolsa de Milán y a la Commissione Nazionale per Società di Borsa, Consob.
Antes de cerrarse las indagaciones en Parma, la fiscalía milanesa ya había solicitado el procesamiento de 29 personas. Entre ellas, con Calisto, sus tres hijos y ex jerárquicos del grupo. La audiencia preliminar está en curso e involucra a tres personas jurídicas: las filiales italianas de Bank of America, Deloitte & Touche y Grant Thornton.
En verdad, son las mismas partes afectadas por la investigación parmesana que, ahora, probablemente desemboque en un proceso colectivo paralelo. Juntas, ambas causas son las más grandes radicadas en la historia judicial italiana.