Parmalat: el crac más costoso en la historia italiana

“Francia se recobra, pero en Italia subsiste una densa malla de trabas a la productividad. Además, sufrió en 2003 el crac empresario más costoso de su historia”. Así afirma el Banco de Ajustes Internacionales (BAI, Basilea).

29 junio, 2004

Esta entidad, único que incluye a Suiza, se conoce como “banco central de bancos centrales”. En su ámbito funciona el comité de Basilea, ente rector en materia de normas contables y financieras. Aludiendo a Parmalat, el informe anual sostiene que el derrumbe “sacó a luz defectos y carencias en todo nivel posible”. Tampoco se omiten escándalos como los del sector seguros en Suiza y Alemania o el de Vivendi Universal en Francia.

No obstante, el holandés Nout Wellink –presidente del BAI- cree que “existen perspectivas de crecimiento en casi toda Europa occidental”. Quizá por influencia suiza y británica, la entidad no suele mencionar seguido a la Unión Europea y mantiene cauta distancia del proceso ampliatorio.

Italia sería la excepción, pues –insiste el banco, reducto de ciertas ortodoxias muy venerables- “ofrece la peor base para mejorar productividad”. Por supuesto, el documento refleja una visión casi mercantilista del concepto, pero no le faltan buenas razones: el producto bruto por habitante, expresado como porcentual del norteamericano, igual a cien), ha bajado en Italia de 73 a 71% en 1995-2003. No se explica por qué se toma un lapso de ocho años.

En lo tocante a Parmalat, el BAI define el volumen del crac también en forma relativa. Aceptando la cifra final que manejan la Banca de Italia (central), la justicia y el interventor Enrico Bondi (€ 14.300 millones), pero pasándola a dólares –la entidad no suele dar cifras en euros-, los 17.250 millones resultantes representan el peor crac en términos del PBI italiano.

Esta entidad, único que incluye a Suiza, se conoce como “banco central de bancos centrales”. En su ámbito funciona el comité de Basilea, ente rector en materia de normas contables y financieras. Aludiendo a Parmalat, el informe anual sostiene que el derrumbe “sacó a luz defectos y carencias en todo nivel posible”. Tampoco se omiten escándalos como los del sector seguros en Suiza y Alemania o el de Vivendi Universal en Francia.

No obstante, el holandés Nout Wellink –presidente del BAI- cree que “existen perspectivas de crecimiento en casi toda Europa occidental”. Quizá por influencia suiza y británica, la entidad no suele mencionar seguido a la Unión Europea y mantiene cauta distancia del proceso ampliatorio.

Italia sería la excepción, pues –insiste el banco, reducto de ciertas ortodoxias muy venerables- “ofrece la peor base para mejorar productividad”. Por supuesto, el documento refleja una visión casi mercantilista del concepto, pero no le faltan buenas razones: el producto bruto por habitante, expresado como porcentual del norteamericano, igual a cien), ha bajado en Italia de 73 a 71% en 1995-2003. No se explica por qué se toma un lapso de ocho años.

En lo tocante a Parmalat, el BAI define el volumen del crac también en forma relativa. Aceptando la cifra final que manejan la Banca de Italia (central), la justicia y el interventor Enrico Bondi (€ 14.300 millones), pero pasándola a dólares –la entidad no suele dar cifras en euros-, los 17.250 millones resultantes representan el peor crac en términos del PBI italiano.

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