MCI: la junta rechazó una oferta de Qwest por US$ 9.070 millones

Como se preveía, el directorio de Mobile Communications International (ex WordCom) declinó la propuesta de Qwest Comunications y confirmó el acuerdo subscripto con Verizon Communocations. Aunque éste sea menor: US$ 7.600 millones.

6 abril, 2005

La junta se tomó un día entero para reconsiderar la presentación de Qwest, 19% superior a la del gigante Verizon. Richard Notebaert, presidente ejecutivo de la oferente, había dado plazo hasta la medianoche del martes para aceptar o rechazar la oferta. Pero, más allá de la diferencia, los directores tuvieron en cuenta la excelente situación financiera y patrimonial de Verizon, que contrasta con los US$ 8.000 millones en deudas remanentes de la bancarrota de Qwest (mediados de 2002).

Pertinaz, Notebaert –que se juega el puesto en la intentona- no descarta aumentar por tercera vez la propuesta. Pero ya sería hostil, dado que Qwest se dirigiría directamente a los accionistas, algunos de los cuales preferirían quitarse de encima los papeles de la ex WorldCom (cuya capitalización bursátil no pasa de US$ 7.000 millones) al mejor precio posible.

Algunos analistas sospechan que, en privado, Notebaert ha dado a entender que elevaría la postura a alrededor de US$ 9.500 millones, o sea casi 36% sobre el valor teórico del paquete a fines de marzo. “MCI ha optado por rechazar lo que creemos era una oferta de mejor calidad. Ahora sopesamos opciones y, en definitiva, la decisión final les cabrá a los accionistas de ambas compañias”. Así señalaba Tyler Gronbach, vocero de Qwest.

El choque podría producirse en la próxima asamblea general de MCI, fijada tentativamenmte para el lunes 16 de mayo. Entonces, habrá oportunidad de votar entre Verizon y Qwest. Mientras tanto, Notebaert tratará de convencer a más accionistas para que rechacen la propuesta de Verizon.

“Entre bambalinas, se trabará una batalla por interpósitas personas, aprovechando que varios accionistas de MCI no apruevan la posición de la junta”, presume la consultora independiente Proxy Governance, experta en ese tipo de lides. Al menos en lo inmediato, Notebaert hizo saber que no volverá a elevar el monto propuesto.

Pero la atención pública creada en torno de Qwest no le hace ningún favor. Inversores e intermediarios reexaminan las perspectivas de la empresa y descubren que sus debilidades posteriores a la bancarrota se acentúan en lo tocante a consolidación y cambios tecnológicos en telecomunicaciones. Sin duda, para sobrevivir Qwest debe integrarse a una entidad mayor, sea comprando un competidor, sea vendiéndose a otro. Una fusión con MCI es la mejor apuesta, pues las otras opciones son menos atractivas o más difíciles de materializar.

En resumen, si Qwest no encuentra un socio adecuado para la fusión –MCI o algún otro-, deberá prepararse a ser absorbida por un rival mayor o más sólido. Notebaert ha estado casi dos años limpiando el balance y reduciendo gastos, pero todavía no sabe si ha sido bastante.

La junta se tomó un día entero para reconsiderar la presentación de Qwest, 19% superior a la del gigante Verizon. Richard Notebaert, presidente ejecutivo de la oferente, había dado plazo hasta la medianoche del martes para aceptar o rechazar la oferta. Pero, más allá de la diferencia, los directores tuvieron en cuenta la excelente situación financiera y patrimonial de Verizon, que contrasta con los US$ 8.000 millones en deudas remanentes de la bancarrota de Qwest (mediados de 2002).

Pertinaz, Notebaert –que se juega el puesto en la intentona- no descarta aumentar por tercera vez la propuesta. Pero ya sería hostil, dado que Qwest se dirigiría directamente a los accionistas, algunos de los cuales preferirían quitarse de encima los papeles de la ex WorldCom (cuya capitalización bursátil no pasa de US$ 7.000 millones) al mejor precio posible.

Algunos analistas sospechan que, en privado, Notebaert ha dado a entender que elevaría la postura a alrededor de US$ 9.500 millones, o sea casi 36% sobre el valor teórico del paquete a fines de marzo. “MCI ha optado por rechazar lo que creemos era una oferta de mejor calidad. Ahora sopesamos opciones y, en definitiva, la decisión final les cabrá a los accionistas de ambas compañias”. Así señalaba Tyler Gronbach, vocero de Qwest.

El choque podría producirse en la próxima asamblea general de MCI, fijada tentativamenmte para el lunes 16 de mayo. Entonces, habrá oportunidad de votar entre Verizon y Qwest. Mientras tanto, Notebaert tratará de convencer a más accionistas para que rechacen la propuesta de Verizon.

“Entre bambalinas, se trabará una batalla por interpósitas personas, aprovechando que varios accionistas de MCI no apruevan la posición de la junta”, presume la consultora independiente Proxy Governance, experta en ese tipo de lides. Al menos en lo inmediato, Notebaert hizo saber que no volverá a elevar el monto propuesto.

Pero la atención pública creada en torno de Qwest no le hace ningún favor. Inversores e intermediarios reexaminan las perspectivas de la empresa y descubren que sus debilidades posteriores a la bancarrota se acentúan en lo tocante a consolidación y cambios tecnológicos en telecomunicaciones. Sin duda, para sobrevivir Qwest debe integrarse a una entidad mayor, sea comprando un competidor, sea vendiéndose a otro. Una fusión con MCI es la mejor apuesta, pues las otras opciones son menos atractivas o más difíciles de materializar.

En resumen, si Qwest no encuentra un socio adecuado para la fusión –MCI o algún otro-, deberá prepararse a ser absorbida por un rival mayor o más sólido. Notebaert ha estado casi dos años limpiando el balance y reduciendo gastos, pero todavía no sabe si ha sido bastante.

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