MCI: arreglo con Slim Helú, desarreglo con otros accionistas

Apagando un incendio, Verizon Communications prendió otro. Este fin de semana, la mayor telco norteamericana anunció haber convenido con el mejicano Carlos Slim Helú comprarle el 13,4% que tiene en MCI. Pero otros accionistas están furiosos.

11 abril, 2005

Tras substituir al pintoresco magnate como accionista principal de Mobile Communications International (MCI), Verizon gana teóricamente una decisiva ventaja sobre Qwest Communications International en la pelea por quedarse con la ex WorldCom. Pero, ahora, los accionistas minoritarios –que prefieren la oferta de Qwest, 19,3% superior- está muy enojados por las “condiciones especiales” pactadas entre Verizon y Slim.

Éste percibirá a razón de US$ 25,72 en efectivo por papel, 9,4% sobre los 23,50 ofrecidos al resto de accionistas. Vale decir, alrededor de US$ 1.120 millones. Por cierto, a ellos se les dará 66,6% en papeles del la futura empresa. Amén del diferencial, Slima cobrará una vez cristalizada la transacción, en tanto los demás deberán aguantarse un año. O sea, el lapso que se tomarán la Comisión Federal de Comunicaciones (CFC) y la Securities & Exchange Commission (SEC) para aprobar la fusión.

El vocero de la oposición, William Miller (Legg Mason Funds Management), que tiene 5.600.000 acciones de MCI y 240 millones de Qwest, remitió una iracunda carta a Michael Capellas, presidente de ejecutivo de la primera y ex de Compaq Computer. “Será insultante si la junta no insiste en que se ofrezca al resto de los accionistas condiciones similares a las pactadas con Slim Helú. La oferta de US$ 23,50 -sostiene la misiva, hecha pública el domingo- no es justa ni suficiente”.

La legislación estadounidense no prohíbe que una empresa llegue a arreglo con un accioinsta en términos distinos a los negociados con el resto, aun ne medio de la transacción. En Gran Bretaña, Canadá o Alemania, sería impensable. En Méjico, también. No obstante, Miller aseguró que un gran número de accioinstas otorgaría poder a interpósitas personas o entidades para bloqeuar toda la operación, si persiste “esta intolerable discriminación”.

Leon Cooperman, presidente de Omega Advisors (12 millones de acciones) reiteró conceptos y amenazas de Miller en su propia notra a Capella y la junsta directiva de MCI. Hablando con el “Wall Street Journal” y el “Financial Times”, tachó de “inmoral” el arreglo entre Verizon y Slim, por lo cual éste piensa entablarle pleito.

Lo malo es que Miller y Cooperman no están solos. Altman Group, asesor de Qwest en procedimientos, señaló que sus propias encuestas revelan un dato clave: más de la mitad del paquete MCI apoya la propuesta de Qwest. Pero excluyendo a Slim, que se niega a soltar prenda. Sea como fuere y aun sin ese 13,4% en poder de Verizon, los restantes accionistas pueden frustrar la toma del paquete.

Por si las moscas, Ivan Siedenberg (CEO del gigante neoyorquino) ha dejado entrever que podría elevar la oferta total. “Seguimos evaluando opciones –admitió el sábado-, atendiendo al clima entre los accionistas de MCI”, admitió. Algunos allegados inclusive esperan un aumento de la oferta antes de esa votación, aunque nadie sabe si la nueva cifra igualará la de Qwest. Hasta el momento, éssta asciende a US$ 9.070 millones contra 7.600 millones de Verizon (respectivamente, 19,3% más y 16,2% menos).

A su vez, la junta directiva de MCI piensa pedir a Verizon elevar la propuesta, para evitar una guerra a varias puntas y sus efectos en las cotizaciones bursátiles de las tres partes. Cabe recordar que Verizon y Slim Helú son viejos conocidos. Ubicado en la lista de Forbes cuarto entre los hombres más ricos del planeta, el azteca ha hecho gran parte de su fortuna (US$ 23.000 millones en total) especulando en telecomunicaciones. Así, tiene papeles en Teléfonos de Méjico, ex monopolio estatal malvendido, y América Móvil. Verizon fue accionista en ambas hasta 2003.

Ahora bien, antes de negociar secretamente con Verizon, Slim estaba haciéndolo con Qwest. Pero desistió en encabezar una ofreta hostil sobre MCI por lo mismo que ésta prefiere a Verizon: el alto endeudemaiento de Qwest (US$ 8.000 millones), su tormentosa historia –quiebra con escándalo en 2002- y las pobres perspectivas de negocios. Todos saben, claro, que en esta batalla se juegan el destino de la empresa y de su audaz jefe, Richard Notebaert. A punto tal que, en privado, Seidenberg suele decir que “al fin de cuenta, si Qwest se quedase con MCI, en no mucho tiempos podríamos comprar a las dos juntas”.

Tras substituir al pintoresco magnate como accionista principal de Mobile Communications International (MCI), Verizon gana teóricamente una decisiva ventaja sobre Qwest Communications International en la pelea por quedarse con la ex WorldCom. Pero, ahora, los accionistas minoritarios –que prefieren la oferta de Qwest, 19,3% superior- está muy enojados por las “condiciones especiales” pactadas entre Verizon y Slim.

Éste percibirá a razón de US$ 25,72 en efectivo por papel, 9,4% sobre los 23,50 ofrecidos al resto de accionistas. Vale decir, alrededor de US$ 1.120 millones. Por cierto, a ellos se les dará 66,6% en papeles del la futura empresa. Amén del diferencial, Slima cobrará una vez cristalizada la transacción, en tanto los demás deberán aguantarse un año. O sea, el lapso que se tomarán la Comisión Federal de Comunicaciones (CFC) y la Securities & Exchange Commission (SEC) para aprobar la fusión.

El vocero de la oposición, William Miller (Legg Mason Funds Management), que tiene 5.600.000 acciones de MCI y 240 millones de Qwest, remitió una iracunda carta a Michael Capellas, presidente de ejecutivo de la primera y ex de Compaq Computer. “Será insultante si la junta no insiste en que se ofrezca al resto de los accionistas condiciones similares a las pactadas con Slim Helú. La oferta de US$ 23,50 -sostiene la misiva, hecha pública el domingo- no es justa ni suficiente”.

La legislación estadounidense no prohíbe que una empresa llegue a arreglo con un accioinsta en términos distinos a los negociados con el resto, aun ne medio de la transacción. En Gran Bretaña, Canadá o Alemania, sería impensable. En Méjico, también. No obstante, Miller aseguró que un gran número de accioinstas otorgaría poder a interpósitas personas o entidades para bloqeuar toda la operación, si persiste “esta intolerable discriminación”.

Leon Cooperman, presidente de Omega Advisors (12 millones de acciones) reiteró conceptos y amenazas de Miller en su propia notra a Capella y la junsta directiva de MCI. Hablando con el “Wall Street Journal” y el “Financial Times”, tachó de “inmoral” el arreglo entre Verizon y Slim, por lo cual éste piensa entablarle pleito.

Lo malo es que Miller y Cooperman no están solos. Altman Group, asesor de Qwest en procedimientos, señaló que sus propias encuestas revelan un dato clave: más de la mitad del paquete MCI apoya la propuesta de Qwest. Pero excluyendo a Slim, que se niega a soltar prenda. Sea como fuere y aun sin ese 13,4% en poder de Verizon, los restantes accionistas pueden frustrar la toma del paquete.

Por si las moscas, Ivan Siedenberg (CEO del gigante neoyorquino) ha dejado entrever que podría elevar la oferta total. “Seguimos evaluando opciones –admitió el sábado-, atendiendo al clima entre los accionistas de MCI”, admitió. Algunos allegados inclusive esperan un aumento de la oferta antes de esa votación, aunque nadie sabe si la nueva cifra igualará la de Qwest. Hasta el momento, éssta asciende a US$ 9.070 millones contra 7.600 millones de Verizon (respectivamente, 19,3% más y 16,2% menos).

A su vez, la junta directiva de MCI piensa pedir a Verizon elevar la propuesta, para evitar una guerra a varias puntas y sus efectos en las cotizaciones bursátiles de las tres partes. Cabe recordar que Verizon y Slim Helú son viejos conocidos. Ubicado en la lista de Forbes cuarto entre los hombres más ricos del planeta, el azteca ha hecho gran parte de su fortuna (US$ 23.000 millones en total) especulando en telecomunicaciones. Así, tiene papeles en Teléfonos de Méjico, ex monopolio estatal malvendido, y América Móvil. Verizon fue accionista en ambas hasta 2003.

Ahora bien, antes de negociar secretamente con Verizon, Slim estaba haciéndolo con Qwest. Pero desistió en encabezar una ofreta hostil sobre MCI por lo mismo que ésta prefiere a Verizon: el alto endeudemaiento de Qwest (US$ 8.000 millones), su tormentosa historia –quiebra con escándalo en 2002- y las pobres perspectivas de negocios. Todos saben, claro, que en esta batalla se juegan el destino de la empresa y de su audaz jefe, Richard Notebaert. A punto tal que, en privado, Seidenberg suele decir que “al fin de cuenta, si Qwest se quedase con MCI, en no mucho tiempos podríamos comprar a las dos juntas”.

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