Lufthansa negocia la compra de Swiss International Air Lines

Días atrás, la aerolínea alemana reveló que estaba en tratativas para comprar su equivalente suiza. Hace tiempo que en el mercado esperaban la confirmación de estas negociaciones. No serían las únicas en 2005.

15 marzo, 2005

Deutsche Lufthansa, forma societaria de la compañía, declaró el martes en un comunicado que había en curso “conversaciones constructivas sobre toma e integración de Swiss en nuestro grupo”. Pero sin dar muchos detalles.

La firma germana señaló que todavía no había formulado una oferta que, de todas maneras, se basará en la cotización accionaria en Zürich. Sin embargo, falta la aprobación de las dos juntas directivas y de los principales accionistas de Swiss. En particular, el gobierno y los dos mayores bancos helvéticos (Union des Banques Suisses, Crédit Suisse).

Hasta el momento, parecen haberse superado varios obstáculos a la operación. Lufthansa aceptó ya que Swiss mantuviera la marca y las conexiones de su centro operativo (Zürich). Esta decisión ha sido cuestionada por analistas independientes, pues la línea alemana tiene centros en Fráncfort y Múnich, a menos de una hora de vuelo. Ello le permitiría a Lufthansa derivar pasajeros con conexiones de larga distancia a sus aeropuertos en Alemania y “provincializar” el terminal suizo.

En la declaración, Lufthansa señala que “el futuro modelo de negocios s desarrollar conjuntamente busca concentrar los puntos fuertes de cada aerolínea, reteniendo en lo posible la autonomía de Swiss”. Al no proporcionar datos concretos, el comunicado en el fondo no dice nada substancial.

Para Berna, vender la línea de bandera a su colega germana sería el melancólico final de lo que fuera uno de los nombres más prestigiosos y respetados del negocio, Swissair. Antecesora directa de Swiss, se cayó en 2001 como resultado de pésimas inversiones en otras aerolíneas europeas.

Swiss International se armó en 2002 con los restos de Swissair y una compañía de cabotaje, Crossair, que nunca había ganado un franco. Esta unión ha acumulado deudas por más de US$ 1.500 millones y, ahora, debería despedir mil personas para lograr la primera utilidad operativa.

Luftansa hizo el primer intento de absorber Swiss en 2003, pero las negociaciones se frustraron y la empresa helvética se abocó a componer sus finanzas sin asistencia ajena. También trató, sin resultados, de unirse a la alianza OneWorld, encabezada por American Airlines –una compañía con sus propios problemas- y British Airways (una de las pocas que gozan de buena salud en Occidente).

En 2004, la empresa suiza achicó pérdidas. El director gerente, Christoph Franz, parecía determinado a recortar costos y equilibrar cuenta, antes de plantearse otra alianza. Pero la feroz competencia de aerolíneas a descuento (o “de bajo precio”, como dicen en Londres), estilo Ryanair o EasyJet, aumenta presiones para una fusión con algún socio fuerte y rentable.

En tren de consolidaciones, el año pasado Air France absorbió KLM (debió desistir de Alitalia, pues ésta no salía de su propia crisis de management) y generó la mayor aerolínea de la Eurozona, dejando el segundo puesto a Lufthansa. British Airways tiene 10% de Iberia y ambas van estrechando vínculos. De hecho, varios analistas independientes creen que, si cuaja la fusión Lufthansa-Swiss, pronto la seguirá BA-Iberia.

Lufthansa, basada en Colonia, se considera una de las empresas mejor manejadas de la Unión Europea. Pero afronta ingentes problemas en los próximos años, derivado de la compra de quince Airbus A380, el nuevo superjumbo de 550 asientos. Para llenara semejantes aviones, la compañía precisa un socio como Swiss.

Deutsche Lufthansa, forma societaria de la compañía, declaró el martes en un comunicado que había en curso “conversaciones constructivas sobre toma e integración de Swiss en nuestro grupo”. Pero sin dar muchos detalles.

La firma germana señaló que todavía no había formulado una oferta que, de todas maneras, se basará en la cotización accionaria en Zürich. Sin embargo, falta la aprobación de las dos juntas directivas y de los principales accionistas de Swiss. En particular, el gobierno y los dos mayores bancos helvéticos (Union des Banques Suisses, Crédit Suisse).

Hasta el momento, parecen haberse superado varios obstáculos a la operación. Lufthansa aceptó ya que Swiss mantuviera la marca y las conexiones de su centro operativo (Zürich). Esta decisión ha sido cuestionada por analistas independientes, pues la línea alemana tiene centros en Fráncfort y Múnich, a menos de una hora de vuelo. Ello le permitiría a Lufthansa derivar pasajeros con conexiones de larga distancia a sus aeropuertos en Alemania y “provincializar” el terminal suizo.

En la declaración, Lufthansa señala que “el futuro modelo de negocios s desarrollar conjuntamente busca concentrar los puntos fuertes de cada aerolínea, reteniendo en lo posible la autonomía de Swiss”. Al no proporcionar datos concretos, el comunicado en el fondo no dice nada substancial.

Para Berna, vender la línea de bandera a su colega germana sería el melancólico final de lo que fuera uno de los nombres más prestigiosos y respetados del negocio, Swissair. Antecesora directa de Swiss, se cayó en 2001 como resultado de pésimas inversiones en otras aerolíneas europeas.

Swiss International se armó en 2002 con los restos de Swissair y una compañía de cabotaje, Crossair, que nunca había ganado un franco. Esta unión ha acumulado deudas por más de US$ 1.500 millones y, ahora, debería despedir mil personas para lograr la primera utilidad operativa.

Luftansa hizo el primer intento de absorber Swiss en 2003, pero las negociaciones se frustraron y la empresa helvética se abocó a componer sus finanzas sin asistencia ajena. También trató, sin resultados, de unirse a la alianza OneWorld, encabezada por American Airlines –una compañía con sus propios problemas- y British Airways (una de las pocas que gozan de buena salud en Occidente).

En 2004, la empresa suiza achicó pérdidas. El director gerente, Christoph Franz, parecía determinado a recortar costos y equilibrar cuenta, antes de plantearse otra alianza. Pero la feroz competencia de aerolíneas a descuento (o “de bajo precio”, como dicen en Londres), estilo Ryanair o EasyJet, aumenta presiones para una fusión con algún socio fuerte y rentable.

En tren de consolidaciones, el año pasado Air France absorbió KLM (debió desistir de Alitalia, pues ésta no salía de su propia crisis de management) y generó la mayor aerolínea de la Eurozona, dejando el segundo puesto a Lufthansa. British Airways tiene 10% de Iberia y ambas van estrechando vínculos. De hecho, varios analistas independientes creen que, si cuaja la fusión Lufthansa-Swiss, pronto la seguirá BA-Iberia.

Lufthansa, basada en Colonia, se considera una de las empresas mejor manejadas de la Unión Europea. Pero afronta ingentes problemas en los próximos años, derivado de la compra de quince Airbus A380, el nuevo superjumbo de 550 asientos. Para llenara semejantes aviones, la compañía precisa un socio como Swiss.

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