Lay podría salvarse por deficiencias de los fiscales

Durante casi tres años, Kenneth Lay estuvo a la defensiva. Ahora, huecos en el expediente acusador podrían beneficiarlo. Pero no sus nuevas tácticas ofensivas, en particular contra el ex director financiero de Enron.

12 julio, 2004

La flamante estrategia del ex presidente y director ejecutivo surge meses antes de ser juzgado junto con Jeffrey Skilling (ocupó cargos similares) y Richard Causey, ex director de contabilidad. El argumento básico es tan previsible como común entre CEO involucrados en escándalos: desde la cúpula, no veían el día a día ni las irregularidades contables que acabaron con la compañía.

Más aún, Lay se centra en una sola persona: Andrew Fastow, ex directos financiero y cerebro de las ya famosas “sociedades fantasmas” fuera de libros. En verdad, la decisión de Lay refleja un mito también perceptible entre expertos de management, en cuanto a que, con el proceso “politizado”, las relaciones públicas serán claves.

Pero el lenguaje empleado por el reo dista de ser creíble, conociendo al personaje. En efecto, Lay sobreactúa diciendo “Mi esposa y yo lamentaremos hasta el día de nuestra muerte los sufrimientos afrontados por el personal” (el colapso dejó en la calle a 5.000 empleado y los dejó casi sin aportes jubilatorios). No existen jurados tan ingenuos ante pecados de management.

Los abogados de Lay también dan a entender que hay motivos políticos en su “persecución”, dados sus estrechos lazos con George W.Bush y su padre. Éstos no pueden escapar al escrutinio demócrata en plena campaña electoral. Pero el propio ex CEO llegó a sugerir que gente allegada a Bush –no él, claro- “podría agitar esto con intenciones oportunistas”.

No obstante, el clima alrededor del juicio tiende a actuar en favor de los fiscales. La causa se ventila en Houston, Tejas, donde sigue fresco el resentimiento público por los perjuicios económicos y laborales ocasionados a miles de residentes. Además, también obrará contra Lay el hecho de compartir el banquillo con Skilling y Causey.

Sin embargo, varios expertos jurídicos estiman que el expediente de los fiscales muestra deficiencias. “Es estrecho de miras y poco substancioso, afirma un socio del estudio neoyorquino Dewey, Pegno & Kramarsky. Pese a exhaustivas investigaciones, el grueso de los cargos es idéntico a los incoados contra Skilling y Causey: manipulaciones financieras, fraudes contables para inflar la cotización bursátil y mentiras a los accionistas cuando las cosas empezaron a andar mal.

En esencia, los fiscales añaden sólo dos cosas: Lay estaba al tanto de todo y participaba de las maniobras. “No surge ninguna novedad de peso”, sostiene Robert Mintz, ex fiscal ahora en McCarter & English. “Simplemente, lo sindican como cabecilla de la banda”.

Los cargos básicos se relacionan con el esquema para ocultar a los accionistas pérdidas originadas en la división de servicios energéticos, asentándola en los libros de otra unidad. Según la parte acusadora, Lay aprobó eso. Otro cargo específico es que mintió sobre planes para la división agua potable (Azurix), que estaba en problemas y había disimulado quebrantos por US$ 700 millones en el fondo comercial de una subsidiaria (Wessex Water).

Pero lo más revelador sobre este dictamen es lo que no incluye. A diferencia de Skilling y Causey, no se acusa a Lay de “insider trading” (uso en provecho propio de información reservada). Pero la Securities & Exchange Commission lo ha sumariado por vender más de US$ 70 millones en acciones de Enron –durante 2001- porque sabía que la empresa estaba derrumbándose. Algunos letrados sugieren, inclusive, que se examine la poco brillante labor de los fiscales.

La flamante estrategia del ex presidente y director ejecutivo surge meses antes de ser juzgado junto con Jeffrey Skilling (ocupó cargos similares) y Richard Causey, ex director de contabilidad. El argumento básico es tan previsible como común entre CEO involucrados en escándalos: desde la cúpula, no veían el día a día ni las irregularidades contables que acabaron con la compañía.

Más aún, Lay se centra en una sola persona: Andrew Fastow, ex directos financiero y cerebro de las ya famosas “sociedades fantasmas” fuera de libros. En verdad, la decisión de Lay refleja un mito también perceptible entre expertos de management, en cuanto a que, con el proceso “politizado”, las relaciones públicas serán claves.

Pero el lenguaje empleado por el reo dista de ser creíble, conociendo al personaje. En efecto, Lay sobreactúa diciendo “Mi esposa y yo lamentaremos hasta el día de nuestra muerte los sufrimientos afrontados por el personal” (el colapso dejó en la calle a 5.000 empleado y los dejó casi sin aportes jubilatorios). No existen jurados tan ingenuos ante pecados de management.

Los abogados de Lay también dan a entender que hay motivos políticos en su “persecución”, dados sus estrechos lazos con George W.Bush y su padre. Éstos no pueden escapar al escrutinio demócrata en plena campaña electoral. Pero el propio ex CEO llegó a sugerir que gente allegada a Bush –no él, claro- “podría agitar esto con intenciones oportunistas”.

No obstante, el clima alrededor del juicio tiende a actuar en favor de los fiscales. La causa se ventila en Houston, Tejas, donde sigue fresco el resentimiento público por los perjuicios económicos y laborales ocasionados a miles de residentes. Además, también obrará contra Lay el hecho de compartir el banquillo con Skilling y Causey.

Sin embargo, varios expertos jurídicos estiman que el expediente de los fiscales muestra deficiencias. “Es estrecho de miras y poco substancioso, afirma un socio del estudio neoyorquino Dewey, Pegno & Kramarsky. Pese a exhaustivas investigaciones, el grueso de los cargos es idéntico a los incoados contra Skilling y Causey: manipulaciones financieras, fraudes contables para inflar la cotización bursátil y mentiras a los accionistas cuando las cosas empezaron a andar mal.

En esencia, los fiscales añaden sólo dos cosas: Lay estaba al tanto de todo y participaba de las maniobras. “No surge ninguna novedad de peso”, sostiene Robert Mintz, ex fiscal ahora en McCarter & English. “Simplemente, lo sindican como cabecilla de la banda”.

Los cargos básicos se relacionan con el esquema para ocultar a los accionistas pérdidas originadas en la división de servicios energéticos, asentándola en los libros de otra unidad. Según la parte acusadora, Lay aprobó eso. Otro cargo específico es que mintió sobre planes para la división agua potable (Azurix), que estaba en problemas y había disimulado quebrantos por US$ 700 millones en el fondo comercial de una subsidiaria (Wessex Water).

Pero lo más revelador sobre este dictamen es lo que no incluye. A diferencia de Skilling y Causey, no se acusa a Lay de “insider trading” (uso en provecho propio de información reservada). Pero la Securities & Exchange Commission lo ha sumariado por vender más de US$ 70 millones en acciones de Enron –durante 2001- porque sabía que la empresa estaba derrumbándose. Algunos letrados sugieren, inclusive, que se examine la poco brillante labor de los fiscales.

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