Kestrel hace un activo del papel

Guardar documentos es la actividad que impulsa el crecimiento de una empresa fundada hace ocho años, que atrajo la inversión de una compañía norteamericana del sector. Por Florencia Barreiro

17 octubre, 2001

Después de un estudio de marketing que reveló la posibilidad de desarrollo del negocio de guarda de documentos físicos, Hernán Insua y Eduardo Bonacina lanzaron, a fines de 1993, la empresa Servicios de Archivos con el apoyo de un grupo de inversores locales.

El crecimiento de la firma coincidió con la aparición en escena de Kestrel Holding, una compañía norteamericana de origen inglés, líder en ese segmento en Dallas y Houston, que desembarcó en la Argentina con la compra de más de 80% del paquete de la empresa local. Los dos socios fundadores conservaron el management y una porción minoritaria de la compañía.

La llegada de Kestrel Holding representó grandes inversiones en infraestructura, tecnología –con el desarrollo del software que maneja la parte operativa– y sistemas de seguridad para la preservación del papel. Bonacina asegura que “se preparó a la empresa para afrontar un crecimiento exponencial con la profesionalización de todas las áreas”.

Las 700.000 cajas de Kestrel Servicios de Archivos que descansan en un depósito del barrio de La Boca almacenan un activo particularmente valioso para las compañías: su documentación comercial.

La reciente inauguración de un segundo depósito de 18.000 metros cuadrados, con capacidad para un millón de cajas, refleja la capacidad de desarrollo de un negocio que prospera aun en medio de la tendencia del almacenamiento electrónico.

“El core business de Kestrel es el archivo de documentos físicos y sólo se digitaliza la información a pedido del cliente cuando son papeles de mucha consulta”, aclara Insua. “No almacenamos esas imágenes sino que se las entregamos al cliente y mantenemos el original.”

Su socio asegura que la digitalización es, actualmente, un complemento. “Hoy no existen las condiciones legales para poder destruir inmediatamente los documentos”, explica Bonacina. “Aunque determinados escritos pueden ser digitalizados, en la mayoría de los casos debe permanecer el resguardo de papel”.

Más información, ver nota completa en MERCADO N° 1007, octubre 2001.

Después de un estudio de marketing que reveló la posibilidad de desarrollo del negocio de guarda de documentos físicos, Hernán Insua y Eduardo Bonacina lanzaron, a fines de 1993, la empresa Servicios de Archivos con el apoyo de un grupo de inversores locales.

El crecimiento de la firma coincidió con la aparición en escena de Kestrel Holding, una compañía norteamericana de origen inglés, líder en ese segmento en Dallas y Houston, que desembarcó en la Argentina con la compra de más de 80% del paquete de la empresa local. Los dos socios fundadores conservaron el management y una porción minoritaria de la compañía.

La llegada de Kestrel Holding representó grandes inversiones en infraestructura, tecnología –con el desarrollo del software que maneja la parte operativa– y sistemas de seguridad para la preservación del papel. Bonacina asegura que “se preparó a la empresa para afrontar un crecimiento exponencial con la profesionalización de todas las áreas”.

Las 700.000 cajas de Kestrel Servicios de Archivos que descansan en un depósito del barrio de La Boca almacenan un activo particularmente valioso para las compañías: su documentación comercial.

La reciente inauguración de un segundo depósito de 18.000 metros cuadrados, con capacidad para un millón de cajas, refleja la capacidad de desarrollo de un negocio que prospera aun en medio de la tendencia del almacenamiento electrónico.

“El core business de Kestrel es el archivo de documentos físicos y sólo se digitaliza la información a pedido del cliente cuando son papeles de mucha consulta”, aclara Insua. “No almacenamos esas imágenes sino que se las entregamos al cliente y mantenemos el original.”

Su socio asegura que la digitalización es, actualmente, un complemento. “Hoy no existen las condiciones legales para poder destruir inmediatamente los documentos”, explica Bonacina. “Aunque determinados escritos pueden ser digitalizados, en la mayoría de los casos debe permanecer el resguardo de papel”.

Más información, ver nota completa en MERCADO N° 1007, octubre 2001.

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