Global Crossing salió de la convocatoria

Hoy controlado por Singapore Tech Telemedia, STT –una firma estatal-, Global Crossing Telecommunications cerró el concurso de acreedores. Cumple así con el título XI de la ley federal de quiebras y emerge libre de deudas.

10 diciembre, 2003

El nuevo directorio, donde domina STT, se comprometió a respetar los mejores
cánones en materia de administración, conducción y prácticas
gerenciales. Por supuesto, pesa el hecho de que la próspera ciudad- estado
de Singapur -no un simple operador privado- esté detrás de la reorganizada
compañía.

Global Crossing comienza de nuevo, tras haber alcanzado -en plena burbuja tecnológica-
US$ 48.000 millones de capitalización bursátil. Pero después
se convirtió en símbolo de excesos contables, originados justamente
en la euforia sectorial fogoneada desde Wall Street.

En verdad, la empresa databa apenas de 1997 y, en tres años, tendió
una de las mayores redes de fibra óptica en el mundo, a partir de tecnología
de Internet. Se declaró en bancarrota en enero de 2002, con activos por
US$ 22.400 millones, deudas por 12.400 millones y caja en seco.

“Al cabo de casi dos años, la reestructuración se ha completado”,
informó John Legère, director ejecutivo de GC. El nuevo balance
muestra apenas US$ 200 millones en deudas con STT, que ha puesto US$ 250 millones
para capitalizar la firma, a cambio de 61,5% del paquete accionario. Los acreedores
retienen el resto.

Durante el concurso, el nuevo management recortó costos operativos de
US$ 2.000 a 700 millones anuales y de 7.000 a 4.300 la fuerza laboral. Entretanto,
GC logró conservar su activo clave: una red global de alta velocidad
que vincula 500 ciudades en cincuenta países.

Esa red y los menores costos permitirán competir activamente, inclusive
con Mobile Communitatiosn International. O sea, la ex WorldCom, que volvió
al nombre original y saldrá de su propia convocatoria en pocos meses.

El nuevo directorio, donde domina STT, se comprometió a respetar los mejores
cánones en materia de administración, conducción y prácticas
gerenciales. Por supuesto, pesa el hecho de que la próspera ciudad- estado
de Singapur -no un simple operador privado- esté detrás de la reorganizada
compañía.

Global Crossing comienza de nuevo, tras haber alcanzado -en plena burbuja tecnológica-
US$ 48.000 millones de capitalización bursátil. Pero después
se convirtió en símbolo de excesos contables, originados justamente
en la euforia sectorial fogoneada desde Wall Street.

En verdad, la empresa databa apenas de 1997 y, en tres años, tendió
una de las mayores redes de fibra óptica en el mundo, a partir de tecnología
de Internet. Se declaró en bancarrota en enero de 2002, con activos por
US$ 22.400 millones, deudas por 12.400 millones y caja en seco.

“Al cabo de casi dos años, la reestructuración se ha completado”,
informó John Legère, director ejecutivo de GC. El nuevo balance
muestra apenas US$ 200 millones en deudas con STT, que ha puesto US$ 250 millones
para capitalizar la firma, a cambio de 61,5% del paquete accionario. Los acreedores
retienen el resto.

Durante el concurso, el nuevo management recortó costos operativos de
US$ 2.000 a 700 millones anuales y de 7.000 a 4.300 la fuerza laboral. Entretanto,
GC logró conservar su activo clave: una red global de alta velocidad
que vincula 500 ciudades en cincuenta países.

Esa red y los menores costos permitirán competir activamente, inclusive
con Mobile Communitatiosn International. O sea, la ex WorldCom, que volvió
al nombre original y saldrá de su propia convocatoria en pocos meses.

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