General Electric: analistas y operadores quieren achicarla

Un grupo de analistas y gurúes opera contra la acción de GE en Wall Street. Objetivo: persuadir a la empresa para desprenderse de activos, pese a los buenos resultados trimestrales.

2 mayo, 2006

Una de las compañías de mayor valor en el mercado “está en el purgatorio”, sostiene el “Wall Street Journal”. No obstante, el grupo muestra 14% más ingresos en enero-marzo, respecto de un año antes. Pese a ello y a un flujo de efectivo que se dobló en igual lapso, el rendimiento de sus papeles ha retrocedido 15%, mientras el promedio del Dow Jones industrial avanzaba en igual margen, según señalan las consultorías Thomson Financial y WSJ Market Data (satélite del periódico homónimo).

En verdad, GE ha estado recomprando acciones por miles de millones y su presidente ejecutivo, Jeffrey Immelt, ya ha vendido activos para centrarse en segmentos de mayor crecimiento. Pero eso no les basta a operadores y especuladores bursátiles y eso los lleva a presionar contra los papeles, por lo menos desde mediados de 2005.

Algunos columnistas van más allá y subrayan que el retraso del valor accionario respecto del panel Dow Jones data –con altibajos, empero- de septiembre de 2001, cuando Immelt asumió la conducción. En los últimos doce meses hasta abril, el papel GE perdió 6%, mientras el DJ industrial ganaba 11%. No obstante, la capitalización bursátil del grupo continúa siendo alta: alrededor de US$ 360.000 millones al terminar abril.

Sin duda, esta disparidad y las presiones psicológicas de medios y varios analistas se hicieron sentir en la reciente asamblea originaria. Uno de los principales problemas de la firma es que a sus propios accionistas les sea difícil evaluar los papeles. El año pasado, las ganancias operativas aumentaron 12%, margen espectacular para un conglomerado que factura US$ 150.000 millones anuales. Pero, claro, Wall Street no cree que semejantes cifras definan un crecimiento a la altura de las expectativas (¿cuáles?, las creadas por la plaza misma).

Por otra parte, la acción representa diecisiete veces la ganancia proyectada este año. Eso se acerca de la media entre otras grandes compañías y resalta un punto: GE es demasiado cara para inversores que busquen gangas, o sea papeles baratos en relación con los activos. Además, la amplia diversificación de negocios no ayuda a esa pobre gente. La empresa saca la mitas de utilidades de los servicios financieros y los analistas suelen valuar éstos por debajo de los sectores industriales. Por ejemplo, éstos se desempeñan bien, pero chocan con las dificultades de National Broadcasting Company (NBC, división de entretenimiento). Entretanto, inversores institucionales e individuales se alejan en general de los medios, sospechando que el negocio contiene una bomba de tiempo.

En ese marco, afirman managers de carteras, analistas y gurúes, GE debiera deshacerse de algún activo relevante; verbigracia, NBC o el crédito al público (una vera tradición de la compañía). La primera posibilidad le significaría un revés personal a Immelt: fue su compra de mayor enjundia, en 2004, e involucró US$ 14.000 millones pagados a la ex Vivendi Universal. Lógicamente, el CEO le dijo a la asamblea que no estaba dispuesto a semejante cosa.

A ciertos expertos les cae mal esa intransigencia. “Immelt debe ser uno de los CEO más frustrantes que existan”, opinó sin rodeos Rees Petersen, gestor de Wells Fargo Private Asset Management, un fondo especulativo. “Hizo el trabajo duro que se precisaba, pero el mercado no reconoce esos esfuerzos”. Keith Sherin, director financiero de GE, replicó: “A los inversores serios los satisface nuestra estrategia, sus tácticas y el desempeño consiguiente. Los rumores sobre adquisiciones o ventas son sólo eso”.

Una de las compañías de mayor valor en el mercado “está en el purgatorio”, sostiene el “Wall Street Journal”. No obstante, el grupo muestra 14% más ingresos en enero-marzo, respecto de un año antes. Pese a ello y a un flujo de efectivo que se dobló en igual lapso, el rendimiento de sus papeles ha retrocedido 15%, mientras el promedio del Dow Jones industrial avanzaba en igual margen, según señalan las consultorías Thomson Financial y WSJ Market Data (satélite del periódico homónimo).

En verdad, GE ha estado recomprando acciones por miles de millones y su presidente ejecutivo, Jeffrey Immelt, ya ha vendido activos para centrarse en segmentos de mayor crecimiento. Pero eso no les basta a operadores y especuladores bursátiles y eso los lleva a presionar contra los papeles, por lo menos desde mediados de 2005.

Algunos columnistas van más allá y subrayan que el retraso del valor accionario respecto del panel Dow Jones data –con altibajos, empero- de septiembre de 2001, cuando Immelt asumió la conducción. En los últimos doce meses hasta abril, el papel GE perdió 6%, mientras el DJ industrial ganaba 11%. No obstante, la capitalización bursátil del grupo continúa siendo alta: alrededor de US$ 360.000 millones al terminar abril.

Sin duda, esta disparidad y las presiones psicológicas de medios y varios analistas se hicieron sentir en la reciente asamblea originaria. Uno de los principales problemas de la firma es que a sus propios accionistas les sea difícil evaluar los papeles. El año pasado, las ganancias operativas aumentaron 12%, margen espectacular para un conglomerado que factura US$ 150.000 millones anuales. Pero, claro, Wall Street no cree que semejantes cifras definan un crecimiento a la altura de las expectativas (¿cuáles?, las creadas por la plaza misma).

Por otra parte, la acción representa diecisiete veces la ganancia proyectada este año. Eso se acerca de la media entre otras grandes compañías y resalta un punto: GE es demasiado cara para inversores que busquen gangas, o sea papeles baratos en relación con los activos. Además, la amplia diversificación de negocios no ayuda a esa pobre gente. La empresa saca la mitas de utilidades de los servicios financieros y los analistas suelen valuar éstos por debajo de los sectores industriales. Por ejemplo, éstos se desempeñan bien, pero chocan con las dificultades de National Broadcasting Company (NBC, división de entretenimiento). Entretanto, inversores institucionales e individuales se alejan en general de los medios, sospechando que el negocio contiene una bomba de tiempo.

En ese marco, afirman managers de carteras, analistas y gurúes, GE debiera deshacerse de algún activo relevante; verbigracia, NBC o el crédito al público (una vera tradición de la compañía). La primera posibilidad le significaría un revés personal a Immelt: fue su compra de mayor enjundia, en 2004, e involucró US$ 14.000 millones pagados a la ex Vivendi Universal. Lógicamente, el CEO le dijo a la asamblea que no estaba dispuesto a semejante cosa.

A ciertos expertos les cae mal esa intransigencia. “Immelt debe ser uno de los CEO más frustrantes que existan”, opinó sin rodeos Rees Petersen, gestor de Wells Fargo Private Asset Management, un fondo especulativo. “Hizo el trabajo duro que se precisaba, pero el mercado no reconoce esos esfuerzos”. Keith Sherin, director financiero de GE, replicó: “A los inversores serios los satisface nuestra estrategia, sus tácticas y el desempeño consiguiente. Los rumores sobre adquisiciones o ventas son sólo eso”.

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