Finalmente, Citigroup le busca reemplazante a Weill

La persistente reticencia del CEO Sanford Weill –cumple 70 en pocos días- a un plan de sucesión empezó a agrietarse a mediados de enero. Pero ahora el problema de encontrarle sucesor lo tiene la propia junta directiva de Citigroup.

11 marzo, 2003

Al parecer, la tarea de seleccionar potenciales candidatos al trono de Sanford
Weill le cupo a Reuben Mark, miembro del directorio y CEO de Colgate-Palmolive.
Lo asiste su colega Franklin Thomas, ex presidente de la Fundación Ford.
Ante ellos se yergue otro vocal, Andrall Pearson Zamkel (ex director general de
PepsiCo), que trata de acelerar el proceso. Máxime tras la adversa reacción
de accionistas, operadores y analistas por la serie de contrataciones millonarias
de "ejecutivos importados", resueltas casi sin consultar.

Aunque haya abandonado algunos negocios de seguros -sector que vive una crisis
propia a ambos lados del Atlántico-, Citigroup es la mayor y quizá
la única compañía integral (y global) de servicios financieros.
En gran medida, gracias a la gestión y las iniciativas de Weill. Tanto
que, pese al 27% perdido en valor de mercado desde el primer trimestre de 2002,
cerró el ejercicio anual con utilidades por US$ 15.280 millones (8% más
que en 2001).

Por supuesto, los amigos del CEO aclaran que su retiro no es inminente: goza
de excelente salud y quisiera irse recién después de superar los
problemas de tipo jurídico e institucionales que sufre el grupo desde
2001. Vale decir, el escándalo en Salomon Smith Barney (SSB, firma de
valores y banca de inversión), que acabó con la cúpula
de la unidad y su gurú estrella, Jack Grubman. También ha habido
problemas en las relaciones de Citigroup-SSB con Enron y WorldCom, las mayores
quiebras en la historia norteamericana, generadas en fraudes contables para
disimular malos negocios.

Entre posibles sucesores se baraja a Robert Willumstad, director general del
grupo. Pero no cuenta con las simpatías de Weill, quien acaba de cubrir
cargos claves en Citi y SSB con "importaciones" propias. El CEO saliente
preferiría a Charles Prince, amigo personal y virtual interventor en
SSB. A su vez, en Wall Street temen que el "tapado" sea Michael Masin,
ex Verizon Communications, contratado hace poco por una suma que llama la atención.
Finalmente, otros hablan de James Dimon, antigua mano derecha de Weill, despedido
en 1998 por disidencias con el mandamás y actualmente CEO de Banc One.

Al parecer, la tarea de seleccionar potenciales candidatos al trono de Sanford
Weill le cupo a Reuben Mark, miembro del directorio y CEO de Colgate-Palmolive.
Lo asiste su colega Franklin Thomas, ex presidente de la Fundación Ford.
Ante ellos se yergue otro vocal, Andrall Pearson Zamkel (ex director general de
PepsiCo), que trata de acelerar el proceso. Máxime tras la adversa reacción
de accionistas, operadores y analistas por la serie de contrataciones millonarias
de "ejecutivos importados", resueltas casi sin consultar.

Aunque haya abandonado algunos negocios de seguros -sector que vive una crisis
propia a ambos lados del Atlántico-, Citigroup es la mayor y quizá
la única compañía integral (y global) de servicios financieros.
En gran medida, gracias a la gestión y las iniciativas de Weill. Tanto
que, pese al 27% perdido en valor de mercado desde el primer trimestre de 2002,
cerró el ejercicio anual con utilidades por US$ 15.280 millones (8% más
que en 2001).

Por supuesto, los amigos del CEO aclaran que su retiro no es inminente: goza
de excelente salud y quisiera irse recién después de superar los
problemas de tipo jurídico e institucionales que sufre el grupo desde
2001. Vale decir, el escándalo en Salomon Smith Barney (SSB, firma de
valores y banca de inversión), que acabó con la cúpula
de la unidad y su gurú estrella, Jack Grubman. También ha habido
problemas en las relaciones de Citigroup-SSB con Enron y WorldCom, las mayores
quiebras en la historia norteamericana, generadas en fraudes contables para
disimular malos negocios.

Entre posibles sucesores se baraja a Robert Willumstad, director general del
grupo. Pero no cuenta con las simpatías de Weill, quien acaba de cubrir
cargos claves en Citi y SSB con "importaciones" propias. El CEO saliente
preferiría a Charles Prince, amigo personal y virtual interventor en
SSB. A su vez, en Wall Street temen que el "tapado" sea Michael Masin,
ex Verizon Communications, contratado hace poco por una suma que llama la atención.
Finalmente, otros hablan de James Dimon, antigua mano derecha de Weill, despedido
en 1998 por disidencias con el mandamás y actualmente CEO de Banc One.

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