Enron en California, una historia de incendios, apagones, etc.

A más de dos años y medio de estallado un escándalo ya clásico, sus coletazos no cesan. Ahora, en California y Oregon se sabe que el papel de Enron en la crisis eléctrica de 2000/1 fue mucho peor de lo imaginado.

3 junio, 2004

La serie de investigaciones y causas judiciales abiertas en el estado más populoso y rico de la Unión revela conductas ilícitas y hasta criminales. Entre ellas, apagar usinas eléctricas para manipular tarifas, fraudes al fisco y hasta incendios forestales cerca de zonas urbanas. Una serie de intercepciones telefónicas al respecto ha sido difundida por la cadena CBS en todo el país.

Amén de apagones, Enron aprovechaba desastres ambientales y siniestros para inflar tarifas. Algunas conversaciones grabadas bastan y sobran. “Si apagan las calderas de la central ¿cuánto tiempo precisarán para encenderlas””, preguntaba un ejecutivo de la firma tejana a un colega californiano. “Bueno, es imposible apagar y prender a cada rato” “OK. Entonces, apaguen y después vemos”.

Las maniobras hoy de dominio público evidencias, claramente, los excesos promovidos por una imprudente, veloz derregulación del mercado energético en los años 90. Las compañías pronto la aprovecharon para estafar sistemáticamente al estado, los municipios y los usuarios.

“Arde, papi, arde ¡qué bello espectáculo!”, cantaba por teléfono un gerente de Enron, mirando por TV cómo el incendio de un bosque destruía casas, mataba animales y, de paso, quemaba redes de distribución eléctrica. ¿Por qué tanta alegría? Porque cualquier problema de abastecimiento permitía elevar tarifas arguyendo justamente la emergencia. Sobre igual tema, otra grabación incursiona en lo político y es más reciente: “Esperemos que George W.Bush obtenga la reelección. Su gobierno no se mete con el negocio”.

Nombres no faltan. Desde Timothy Belden –entonces manager en Enron para la costa occidental- hasta Jeffrey Richter, director de operaciones en Houston. Son 450 páginas de conversaciones que aportan datos sobre maniobras en California y Oregon.

Una somera revisión de las transcripciones, señala CBS, pone en evidencia la participación o complicidad de Kenneth Lay y Jeffrey Skillings, que se turnaban como CEO y presidente de junta. Tampoco sale bien parado el actual vicepresidente Richard Cheney, promotor de la derregulación y vocero del negocio que más aportes hizo y hace a las campañas de Bush.

La serie de investigaciones y causas judiciales abiertas en el estado más populoso y rico de la Unión revela conductas ilícitas y hasta criminales. Entre ellas, apagar usinas eléctricas para manipular tarifas, fraudes al fisco y hasta incendios forestales cerca de zonas urbanas. Una serie de intercepciones telefónicas al respecto ha sido difundida por la cadena CBS en todo el país.

Amén de apagones, Enron aprovechaba desastres ambientales y siniestros para inflar tarifas. Algunas conversaciones grabadas bastan y sobran. “Si apagan las calderas de la central ¿cuánto tiempo precisarán para encenderlas””, preguntaba un ejecutivo de la firma tejana a un colega californiano. “Bueno, es imposible apagar y prender a cada rato” “OK. Entonces, apaguen y después vemos”.

Las maniobras hoy de dominio público evidencias, claramente, los excesos promovidos por una imprudente, veloz derregulación del mercado energético en los años 90. Las compañías pronto la aprovecharon para estafar sistemáticamente al estado, los municipios y los usuarios.

“Arde, papi, arde ¡qué bello espectáculo!”, cantaba por teléfono un gerente de Enron, mirando por TV cómo el incendio de un bosque destruía casas, mataba animales y, de paso, quemaba redes de distribución eléctrica. ¿Por qué tanta alegría? Porque cualquier problema de abastecimiento permitía elevar tarifas arguyendo justamente la emergencia. Sobre igual tema, otra grabación incursiona en lo político y es más reciente: “Esperemos que George W.Bush obtenga la reelección. Su gobierno no se mete con el negocio”.

Nombres no faltan. Desde Timothy Belden –entonces manager en Enron para la costa occidental- hasta Jeffrey Richter, director de operaciones en Houston. Son 450 páginas de conversaciones que aportan datos sobre maniobras en California y Oregon.

Una somera revisión de las transcripciones, señala CBS, pone en evidencia la participación o complicidad de Kenneth Lay y Jeffrey Skillings, que se turnaban como CEO y presidente de junta. Tampoco sale bien parado el actual vicepresidente Richard Cheney, promotor de la derregulación y vocero del negocio que más aportes hizo y hace a las campañas de Bush.

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