EE.UU. en realidad depende de autos traganafta

Para la generalidad de expertos, si George W.Bush quiere realmente reducir el consumo de combustibles fósiles, sus opciones son de otro tipo. Por ejemplo, autos hechos con compuestos de carbono o aleaciones metálicas.

9 febrero, 2006

El problema de fondo hace a viejas costumbres del público, intereses creados y grupos de presión. En los dos últimos casos, operan desde dos industrias: la petrolera y la automotriz. ¿Por qué? “Porque la clave para ir acotando paulatinamente la dependencia respecto de hidrocarburos reside en modificar la mecánica de los vehículos mismos, más que en combustibles alternativos”.

Así sostiene el Rocky Mountains Institute (RMI), una organización dedicada a investigaciones en materia de energia y combustibles. “Los coches, por ejemplo, absorben nueve millones de barriles diarios, o sea 45% de los 20 millones consumidos en Estados Unidos. Los automotores comerciales –señala el RMI-, la maquinaria pesada y las usinas termoeléctrica emplean el resto”.

Mejorar el rendimiento de motores híbridos, como el que utiliza el Toyota Prius, y emplear metaloides avanzados o compuestos de carbono –en vez de acero- para fabricar vehículos doblaría o triplicaría el kilometraje por litro de combustible. “Podríamos reducir el consumo de hidrocarburos en cuatro a cinco millones de barriles diarios”, estima Odd-Even Bustnes, directivo de las entidad.

Fomentar automotores más eficientes o bajar el consumo de combustibles fósiles no han sido prioridades para el gobierno de Bush. Mucho menos, para el vicepresidente Richard Cheney, principal gestor de intereses petroleros. La Casa Blanca ha evitado presionar a Detroit para que fabrique menos utilitarios deportivos –origen de la crisis que vive la industria- y más autos de bajo consumo. En rigor, los fondos federales para desarrollo de sistemas y vehículos más eficientes en combustibles han declinado 14% desde 2002. Entre los proyectos “minusfinanciados” figura un coche a hidrógeno puro.

En lo atinente a combustibles alternativos, Bush insiste en que debe aumentar su empleo, pero no explica que producir hidrógeno, etanol y otros derivados de fuentes renovables exige altos volúmenes de crudos. Barry Russell (Independent Petroleum Association of America) subraya que “varias opciones dependen de petróleo o gas natural para su desarrollo efectivo”.

El problema de fondo hace a viejas costumbres del público, intereses creados y grupos de presión. En los dos últimos casos, operan desde dos industrias: la petrolera y la automotriz. ¿Por qué? “Porque la clave para ir acotando paulatinamente la dependencia respecto de hidrocarburos reside en modificar la mecánica de los vehículos mismos, más que en combustibles alternativos”.

Así sostiene el Rocky Mountains Institute (RMI), una organización dedicada a investigaciones en materia de energia y combustibles. “Los coches, por ejemplo, absorben nueve millones de barriles diarios, o sea 45% de los 20 millones consumidos en Estados Unidos. Los automotores comerciales –señala el RMI-, la maquinaria pesada y las usinas termoeléctrica emplean el resto”.

Mejorar el rendimiento de motores híbridos, como el que utiliza el Toyota Prius, y emplear metaloides avanzados o compuestos de carbono –en vez de acero- para fabricar vehículos doblaría o triplicaría el kilometraje por litro de combustible. “Podríamos reducir el consumo de hidrocarburos en cuatro a cinco millones de barriles diarios”, estima Odd-Even Bustnes, directivo de las entidad.

Fomentar automotores más eficientes o bajar el consumo de combustibles fósiles no han sido prioridades para el gobierno de Bush. Mucho menos, para el vicepresidente Richard Cheney, principal gestor de intereses petroleros. La Casa Blanca ha evitado presionar a Detroit para que fabrique menos utilitarios deportivos –origen de la crisis que vive la industria- y más autos de bajo consumo. En rigor, los fondos federales para desarrollo de sistemas y vehículos más eficientes en combustibles han declinado 14% desde 2002. Entre los proyectos “minusfinanciados” figura un coche a hidrógeno puro.

En lo atinente a combustibles alternativos, Bush insiste en que debe aumentar su empleo, pero no explica que producir hidrógeno, etanol y otros derivados de fuentes renovables exige altos volúmenes de crudos. Barry Russell (Independent Petroleum Association of America) subraya que “varias opciones dependen de petróleo o gas natural para su desarrollo efectivo”.

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