Disney, otra víctima de superproducciones largas y pretenciosas

En Hollywood y otros lugares, comedias y películas de acción inferiores a los cien minutos y sin aspiraciones trascendentes vuelven a ser negocio. Así confirma el fracaso de varias superproducciones costosas e interminables.

24 julio, 2006

Rompiendo un tabú, en cuestión de días la prensa anglosajona y, por lo menos, un medio argentino se animaron decir que el rey está desnudo. “Probablemente, el mundo esté asistiendo a la mayor purga en la historia de Hollywood”, sostenía el “Sunday times”. En estas costas, un sagaz comentarista del tema señaló que, mientras el instituto del ramo sigue financiando obras crípticas e indescifrables, el público prefiere un bañero sesentón rodeado de señoritas vistosas (ni siquiera aguanta un pequeño cacique anacrónico y demagógico).

Con Walt Disney a la cabeza –acaba de despedir 700 personas-, en efecto, “el mercado del cine se achica”, confirmó “Los Ángeles times”. Nada es seguro y todo parece espantosamente caro en términos de rédito económico. “Al trascender la poda en Disney, a principios de julio, también se supo que el achique comenzaba a dar resultados. Esto puede dar vuelta una tendencia a lo paquidérmico que data de varias décadas”. Lo dice “Variety”, nada menos.

De un modo u otro, para Disney y otros “menos es más” en cuanto a taquilla. Así lo muestran “El diablo viste de moda” o “Tres son multitud”, dos comedias fáciles cuyos ingresos marchan mejor que los de “Superhombre regresa” o el refrito de “Poseidón”. Éste tiene un argumento tan plomo como estirado y el nuevo hombre de acero no está a la altura de Christopher Reeves en los años 80 ni de la serie televisual “Smallville”, con un Thomas Welling en extremo convincente, pese al exceso de componentes mágicos en la trama.

Algunos ejemplos de mal cine, como el “Código da Vinci” o “Piratas II”, se mantienen por razones aleatorias. El primero, por las iras de la Iglesia católica romana y Opus dei. El segundo, por un cúmulo de efectos especiales atrapantes que, de todos modos, no oculta un desborde de metraje. Pero ni siquiera estos éxitos aislados han impedido que Warner Brothers se desprendiera de 450 personas y, en conjunto, Sony Pictures-DreamWorks eliminasen 1.400 puestos laborales.

Rompiendo un tabú, en cuestión de días la prensa anglosajona y, por lo menos, un medio argentino se animaron decir que el rey está desnudo. “Probablemente, el mundo esté asistiendo a la mayor purga en la historia de Hollywood”, sostenía el “Sunday times”. En estas costas, un sagaz comentarista del tema señaló que, mientras el instituto del ramo sigue financiando obras crípticas e indescifrables, el público prefiere un bañero sesentón rodeado de señoritas vistosas (ni siquiera aguanta un pequeño cacique anacrónico y demagógico).

Con Walt Disney a la cabeza –acaba de despedir 700 personas-, en efecto, “el mercado del cine se achica”, confirmó “Los Ángeles times”. Nada es seguro y todo parece espantosamente caro en términos de rédito económico. “Al trascender la poda en Disney, a principios de julio, también se supo que el achique comenzaba a dar resultados. Esto puede dar vuelta una tendencia a lo paquidérmico que data de varias décadas”. Lo dice “Variety”, nada menos.

De un modo u otro, para Disney y otros “menos es más” en cuanto a taquilla. Así lo muestran “El diablo viste de moda” o “Tres son multitud”, dos comedias fáciles cuyos ingresos marchan mejor que los de “Superhombre regresa” o el refrito de “Poseidón”. Éste tiene un argumento tan plomo como estirado y el nuevo hombre de acero no está a la altura de Christopher Reeves en los años 80 ni de la serie televisual “Smallville”, con un Thomas Welling en extremo convincente, pese al exceso de componentes mágicos en la trama.

Algunos ejemplos de mal cine, como el “Código da Vinci” o “Piratas II”, se mantienen por razones aleatorias. El primero, por las iras de la Iglesia católica romana y Opus dei. El segundo, por un cúmulo de efectos especiales atrapantes que, de todos modos, no oculta un desborde de metraje. Pero ni siquiera estos éxitos aislados han impedido que Warner Brothers se desprendiera de 450 personas y, en conjunto, Sony Pictures-DreamWorks eliminasen 1.400 puestos laborales.

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