Daño irreversible a los cereales de invierno

cultivos de invierno, con la profundización de una seca que ya lleva muchos meses más una serie de heladas tardías en zonas productivas muy importantes.

31 octubre, 2022

Por Juan Manuel Garzón (*)

La producción esperada de los cereales de invierno (trigo, cebada) será definitivamente bastante menor a la del año pasado, reduciendo la disponibilidad de materia prima para abastecer la exportación y el consumo interno, lo que genera especulaciones respecto del margen de libertad que tendrá el mercado para distribuir el volumen entre uno y otro destino, en un contexto en el que debe recordarse que el mercado ya opera con intervención del gobierno (restricciones sobre las operaciones de exportación).

Los cultivos de invierno son relevantes dado que generan un puente de divisas entre las cosechas de los cultivos de verano (maíz, soja, etc.), son los principales proveedores de dólares al país entre los meses de diciembre y febrero / marzo.

Por la caída esperada en la producción, el puente de divisas de la campaña 22/23 será más angosto y más corto en relación al de la campaña previa. Como ejercicio de simulación, un escenario de 8 millones de toneladas exportadas de trigo (razonable y hasta optimista por contexto y decisión política), a un precio medio de US$ 395 la tonelada, dejaría divisas por US$ 3.160 millones, un ajuste del 34% comparando contra los US$ 4.780 millones con los que estaría cerrando el ciclo 21/22.

Si bien falta bastante para completar la siembra y más aún para iniciar la cosecha de los granos gruesos del ciclo 22/23 (recién sucederá allá por abril / mayo del año que viene), analizando aquellos factores que influirán sobre el aporte de divisas del sector en el 2023 (envíos de granos y sus principales derivados industriales) se pueden hacer algunas primeras simulaciones al respecto.

Con lo que se sabe hasta el momento en materia de precios externos, considerando lo sucedido con los cultivos de invierno y suponiendo volúmenes de exportación relativamente constantes entre campañas (que nótese no es un supuesto fácil, implica regularización del clima en el primer semestre del año que viene), el aporte de agro divisas podría rondar los US$ 40 mil millones en el 2023, una cifra que se ubicaría 7% por debajo de lo que se prevé finalmente para este año (US$ 43 mil millones).

En el último mes se deterioraron las condiciones climáticas para los cultivos de invierno, con la profundización de una seca que ya lleva muchos meses más una serie de heladas tardías en zonas productivas muy importantes. La producción esperada de los cereales de invierno (trigo, cebada) será definitivamente bastante menor a la del año pasado reduciendo la disponibilidad de materia prima para abastecer la exportación y el consumo interno, lo que genera especulaciones respecto del margen de libertad que tendrá el mercado para distribuir el volumen entre uno y otro destino, en un contexto en el que debe recordarse el mercado ya opera con intervención del gobierno (restricciones sobre las operaciones de exportación).

Los pronósticos climáticos siguen siendo relativamente poco alentadores, al preverse lluvias por debajo de las habituales en al menos los próximos tres meses para gran parte de la región central del país. Esto pone en alerta naranja a la campaña de verano, que ya debería estar avanzada en lo que hace a área implantada, pero que se encuentra demorada a la espera de lluvias y de algunas señales más alentadoras respecto de lo que puede suceder con el clima en los meses que siguen.

Toda el área triguera bajo estrés hídrico. Al 23 de octubre las reservas hídricas en el suelo eran extremadamente reducidas en prácticamente toda el área triguera, con algunas zonas de excepción, caso del noreste de Entre Ríos y algunas micro-zonas del interior de Buenos Aires.

La falta de lluvias y las elevadas temperaturas sigue siendo el común denominador de una campaña agrícola adversa desde lo climático, que tendrá rindes medios muy inferiores a los normales y dejará quebrantos en muchas explotaciones agropecuarias, quedando la expectativa de una cosecha de verano que permita pagar las deudas ya contraídas (por caso, los elevados alquileres pagados por algunos productores en algunas zonas).

El tema es que, como ya se mencionase, las proyecciones para el futuro inmediato en cuanto a lluvias no son alentadoras, considerando que el escenario más probable sigue siendo el de un flujo de precipitaciones por debajo de las habituales para la fecha, lo que implica un agravamiento del cuadro de situación actual de acá a fines de año y un alargamiento del plazo que demandará la recomposición de las reservas hídricas.

Debe advertirse que, si bien en estos meses lo habitual es que la frecuencia e intensidad de lluvias se incremente, también lo hace la temperatura media, determinando una mayor evapotranspiración (pérdida de humedad de una superficie por evaporación directa) y por tanto un balance que es menos positivo del que podría inducirse a partir de la aceleración de las precipitaciones.

Las estimaciones de producción para los cultivos de invierno vienen siendo corregidas a la baja en forma sistemática desde hace varias semanas. En el caso de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, su última estimación es de una producción de trigo de 15,2 millones de toneladas, un ajuste del 32% respecto a la producción del ciclo previo. La Bolsa de Comercio de Rosario, por su parte, trabaja con un flujo de 15,0 millones de toneladas (- 35% ia.).

El Ministerio de Agricultura y Ganadería de la Nación no ha dado a conocer aún su cifra, aunque ella no debería estar muy distante de la de las Bolsas. Nótese que estos números siguen estando sujetos a revisión hasta que se complete el ciclo de desarrollo del cultivo y las máquinas de cosecha entren finalmente a los campos, por lo que podrían seguir bajando de continuar la adversidad del clima o de haberse generado ya un daño mayor al que se está considerando.

Debe advertirse también que en algunas regiones del país el ajuste en la producción del trigo será aún mayor, caso de Córdoba, donde la Bolsa de Cereales de la provincia está estimando una caída del 75% respecto del año pasado y el menor volumen de los últimos 12 años, en una combinación de superficie de cultivo directamente pérdida (no se va a cosechar) y de superficie con rindes muy por debajo de los normales.

La cebada, el otro cereal de invierno de relevancia, también está siendo afectada por el clima, aunque menos que el trigo. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires estima una producción de 4,7 millones de toneladas, una caída del 10% respecto al año pasado.

 (*) Economista del IERAL de la Fundación Mediterránea.

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