Daimler: su futuro reside de nuevo en Mercedes Benz

Nadie sabe bien qué hará el fondo Cerberus con el 80,1% de Chrysler Group. Pero la “nueva” Daimler AG seguramente se dedicará a Mercedes. No tiene otra opción en un mundo donde Detroit ya no pesa como otrora.

31 mayo, 2007

Para salvar la cara, DaimlerChrysler se convierte en Daimler a secas, sin el viejo Benz. La venta de CG por sólo US$ 7.400 millones, cerrada hace poco, lo dice todo: en 1998, los ilusos germanos pagaron US$ 36.000 millones por algo que nunca les dio ganancias y hoy vale alrededor 9.200 millones (sumando el 80,1% de Cerberus y el 19,9 de Daimler).

Por supuesto, la depreciación del dólar durante nueve años dejaría esa cifra en menos de 7.000 millones (5.500 millones si se toma la parte vendida al fondo). La audaz propuesta de Kirk Kerkorian (4.500 millones) puede ser un adelanto del futuro si, como temen varios expertos del sector, Chrysler Group resulta ser un fracaso. Precisamente, cuando otras firmas duchas en compras apalancadas vislumbran el fin de su atropellado auge.

El panorama es complejo para CG en el plano gremial. Cerberus y Daimler debe negociar con la poderosa United Auto Workers una deuda social cuyo financiamiento significa cerca de US$ 18.000 millones y está mayormente en manos del fondo cerrado. Antes del acuerdo, la ex DaimlerChrysler admitió que no podría hacer frente a esas obligaciones.

Existe un problema “político”: ni CG –increíblemente, sigue en manos de Tommaso LaSorda- ni Cerberus desean apelar al título XI de la ley federal para concursos y quiebras. En general, las empresas norteamericanas en problemas con sindicatos fuertes se amparan es esa norma para eludir o refinanciar deudas sociales. General Motors y Ford Motor –otras dos que no van bien- esperan a ver qué salida encuentra Chrysler, para luego imitarla. En conjunto, las tres automotrices de Detroit acumulan deudas sociales por casi US$ 95.000 millones, lo cual revela el déficit regulatorio que muestra la actividad en Estados Unidos.

En otro plano, Daimler virtualmente renuncia a estar en todos los mercados del mundo. Con 4.700.000 anuales vendidas, el grupo era quinto en el globo. Sin CG, bajará a algo más de dos millones y pasará al décimo o undécimo puesto. En ese caso, puede aprovechar Mercedes y emular el éxito de BMW. Tras desprenderse de Rover en 2000, esta empresa se concentró en su propia marca, Mini Cooper (semilujo) y Rolls-Royce (superlujo). Algunos observadores lo ven factible, pero si la firma alemana cambia de director ejecutivo: Dieter Zetsche ha fracasado tanto o más que su antecesor, Jürgen Schrempp, arquitecto del fallido matrimonio con Chrysler en 1998.

Para salvar la cara, DaimlerChrysler se convierte en Daimler a secas, sin el viejo Benz. La venta de CG por sólo US$ 7.400 millones, cerrada hace poco, lo dice todo: en 1998, los ilusos germanos pagaron US$ 36.000 millones por algo que nunca les dio ganancias y hoy vale alrededor 9.200 millones (sumando el 80,1% de Cerberus y el 19,9 de Daimler).

Por supuesto, la depreciación del dólar durante nueve años dejaría esa cifra en menos de 7.000 millones (5.500 millones si se toma la parte vendida al fondo). La audaz propuesta de Kirk Kerkorian (4.500 millones) puede ser un adelanto del futuro si, como temen varios expertos del sector, Chrysler Group resulta ser un fracaso. Precisamente, cuando otras firmas duchas en compras apalancadas vislumbran el fin de su atropellado auge.

El panorama es complejo para CG en el plano gremial. Cerberus y Daimler debe negociar con la poderosa United Auto Workers una deuda social cuyo financiamiento significa cerca de US$ 18.000 millones y está mayormente en manos del fondo cerrado. Antes del acuerdo, la ex DaimlerChrysler admitió que no podría hacer frente a esas obligaciones.

Existe un problema “político”: ni CG –increíblemente, sigue en manos de Tommaso LaSorda- ni Cerberus desean apelar al título XI de la ley federal para concursos y quiebras. En general, las empresas norteamericanas en problemas con sindicatos fuertes se amparan es esa norma para eludir o refinanciar deudas sociales. General Motors y Ford Motor –otras dos que no van bien- esperan a ver qué salida encuentra Chrysler, para luego imitarla. En conjunto, las tres automotrices de Detroit acumulan deudas sociales por casi US$ 95.000 millones, lo cual revela el déficit regulatorio que muestra la actividad en Estados Unidos.

En otro plano, Daimler virtualmente renuncia a estar en todos los mercados del mundo. Con 4.700.000 anuales vendidas, el grupo era quinto en el globo. Sin CG, bajará a algo más de dos millones y pasará al décimo o undécimo puesto. En ese caso, puede aprovechar Mercedes y emular el éxito de BMW. Tras desprenderse de Rover en 2000, esta empresa se concentró en su propia marca, Mini Cooper (semilujo) y Rolls-Royce (superlujo). Algunos observadores lo ven factible, pero si la firma alemana cambia de director ejecutivo: Dieter Zetsche ha fracasado tanto o más que su antecesor, Jürgen Schrempp, arquitecto del fallido matrimonio con Chrysler en 1998.

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