Clan Ford: algunos descendientes de Henry quisieran vender

Miembros de la familia que fundó Ford Motor, hace poco más de un siglo, analizan vender. O sea, dejar de controlar el paquete. Por lo menos tres personas involucradas en conversaciones admiten que algunos accionistas están hartos de pérdidas.

15 mayo, 2007

William Clay Ford, presidente del directorio, reveló a sus integrantes las intenciones de algunos accionistas durante la última asamblea, realizada la semana pasada. Tiempo antes, en abril, algunos descendientes pidieron se contratase a Perella Weinberg, una banca de inversión que atiende magnates, para asesorar sobre estrategias para desprenderse de títulos clase B.

Ford, segunda automotriz norteamericana y sexta mundial, perdió US$ 12.600 millones, récord nominal absoluto, marca que tenía en 2005 General Motors (10.600 millones). Desde mediados de 196, las acciones de la compañía han caído 74%. El clan posee 71 millones de papeles B, lo cual le permite controlar el paquete tal como Henry Ford lo hiciera desde 1903 y mientras vivió.

“La actual generación de Ford, ninguno de ellos ya descendiente directo por línea paterna, no cree sensato continuar manejando la empresa. Eso sólo ha llevado a pésimas decisiones”. Así apunta Eugene Jemmings, profesor de negocios en la universidad estadual de Michigan. “Algunos de los parientes más viejos sostienen que los fondos colocados en fideicomisos les bastan a todos para vivir muy bien y sin dolores de cabeza”. En otras palabras, deduce el experto, “ya no existe el espíritu de Henry y su época”.

Bastante nervioso, David Hempstead –un abogado de la familia- sostuvo el lunes que “nadie está discutiendo la venta de tenencias en Ford Motor y no son ciertas versiones de fuentes anónimas”. Aludía a despachos de Reuters y Bloomberg’s, dos agencias por lo común bien informadas en este tipo de asuntos. No obstante, el “Wall Street journal” optaba por la cautela, igual que los medios de Detroit.

La trayectoria del último Ford al timón no tranquiliza. Durante la gestión del biznieto materno del fundador, que duró ocho años, la capitalización bursátil de la compañía fue cayendo de US$ 2,3 billones a 584.000 millones. En septiembre de 2006, se eliminaron casi 85.000 millones en diidendos a la familia. “Al pasar el tiempo, los herederos ha debido afrontar un interrogante: ¿son capaces de mantener el control? ¿vale la pena hacerlo?”, inquiere Pietro Pestillo, vicepresidente del directorio hasta 1999.

En julio último, surgieron divergencias entre parientes, especialmente quienes ya no confiaban en William Clay como presidente ejecutivo. En septiembre, el cargo pasó a un ”extraño”, Alan Mulally, ex CEO de Boeing. Varios amigos de éste le aconsejaron no aceptar, pero la tentación era grande. Ahora, un grupo de accionistas propuso eliminar los títulos clase B y la moción obtuvo 27,4% del voto en la reciente asamblea. Por tanto, el tema existe y está en debate, pese a Hempstead.

William Clay Ford, presidente del directorio, reveló a sus integrantes las intenciones de algunos accionistas durante la última asamblea, realizada la semana pasada. Tiempo antes, en abril, algunos descendientes pidieron se contratase a Perella Weinberg, una banca de inversión que atiende magnates, para asesorar sobre estrategias para desprenderse de títulos clase B.

Ford, segunda automotriz norteamericana y sexta mundial, perdió US$ 12.600 millones, récord nominal absoluto, marca que tenía en 2005 General Motors (10.600 millones). Desde mediados de 196, las acciones de la compañía han caído 74%. El clan posee 71 millones de papeles B, lo cual le permite controlar el paquete tal como Henry Ford lo hiciera desde 1903 y mientras vivió.

“La actual generación de Ford, ninguno de ellos ya descendiente directo por línea paterna, no cree sensato continuar manejando la empresa. Eso sólo ha llevado a pésimas decisiones”. Así apunta Eugene Jemmings, profesor de negocios en la universidad estadual de Michigan. “Algunos de los parientes más viejos sostienen que los fondos colocados en fideicomisos les bastan a todos para vivir muy bien y sin dolores de cabeza”. En otras palabras, deduce el experto, “ya no existe el espíritu de Henry y su época”.

Bastante nervioso, David Hempstead –un abogado de la familia- sostuvo el lunes que “nadie está discutiendo la venta de tenencias en Ford Motor y no son ciertas versiones de fuentes anónimas”. Aludía a despachos de Reuters y Bloomberg’s, dos agencias por lo común bien informadas en este tipo de asuntos. No obstante, el “Wall Street journal” optaba por la cautela, igual que los medios de Detroit.

La trayectoria del último Ford al timón no tranquiliza. Durante la gestión del biznieto materno del fundador, que duró ocho años, la capitalización bursátil de la compañía fue cayendo de US$ 2,3 billones a 584.000 millones. En septiembre de 2006, se eliminaron casi 85.000 millones en diidendos a la familia. “Al pasar el tiempo, los herederos ha debido afrontar un interrogante: ¿son capaces de mantener el control? ¿vale la pena hacerlo?”, inquiere Pietro Pestillo, vicepresidente del directorio hasta 1999.

En julio último, surgieron divergencias entre parientes, especialmente quienes ya no confiaban en William Clay como presidente ejecutivo. En septiembre, el cargo pasó a un ”extraño”, Alan Mulally, ex CEO de Boeing. Varios amigos de éste le aconsejaron no aceptar, pero la tentación era grande. Ahora, un grupo de accionistas propuso eliminar los títulos clase B y la moción obtuvo 27,4% del voto en la reciente asamblea. Por tanto, el tema existe y está en debate, pese a Hempstead.

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