Buenos Aires: el auge de torres afecta casas y obras sanitarias

Según un informe de Bloomberg’s, cuatro años de edificios altos deterioraron las redes de agua, cloacas y electricidad. Además, les quitan luz a las casas y tornan poco habitables barrios enteros.

6 enero, 2007

Por de pronto, la municipalidad de la capital federal, pomposamente llamda “gobierno de la ciudad autónoma”, ha suspendido temporariamenmte permisos de construcción en seis áreas. La idea es contener los afanes especulativos de las inmobiliarias, impulsados por creciente precios de bienes raíces.

A menudo, se demuelen mansiones históricas y, en general, casas de altos para construir departamentos, sin tener en cuenta la infraestructura de servicios existentes. Desde hace años, eso ha llevado a inundaciones otrora desconocidas, particularmente en barrios bajo los cuales corren antiguos arroyos entubados.

Por otra parte, el auge constructor ha contribuido al 8% anual de crecimiento sectorial en el último trienio. Ello ha permitido que la demanda laboral, estancada durante años, empiece a recobrar con firmeza. El fenómeno beneficia a un sector de trabajadores poco especializados y con bajos niveles de educación, rasgo típico en las ciudades latinaomericanas.

Pero “esa expansión no ha sido acompañada por los proveedores (privados) de electricidad, agua y servicios sanitarios”, apunta un analista de Delphos Investment, una consultoría económica porteña. “En barrios donde imperaban casas bajas, hoy predominan rascacielos. No obstante, cañerías y redes eléctricas son las mismas”. Sólo en enero-septiembre de 2006, los permisos fueron 31% más que en igual lapso de 2005. La propia cámara inmobiliaria admite que, en ese período, el espacio cubierto aumentò 43% en la ciudad.

Los servicios involucrados en un pedido oficial de informes y proyectos son prestados por empresas privadas como Edenor y Edesur. También por la flamante Aguas & saneamientos argentinos (Aysa), compañía estatal resultado del fracaso de prestadores franceses, que acumulan varios en la región.

Lejos del cabildeo de inmobiliaria, constructoras y sindicalistas sectoriales, algunas voces sugieren volver a un modelo de exansión típico de los años 50 y 60. Por entonces, los desarrolladores urbanos ampliaban espacios ocupando el primer cinturón del gran Buenos Aires. En la ciudad, los edificios altos –llamados de “propiedad horizontal”, un contrasentido-se levantaban lejos de arroyos entubados.

Por de pronto, la municipalidad de la capital federal, pomposamente llamda “gobierno de la ciudad autónoma”, ha suspendido temporariamenmte permisos de construcción en seis áreas. La idea es contener los afanes especulativos de las inmobiliarias, impulsados por creciente precios de bienes raíces.

A menudo, se demuelen mansiones históricas y, en general, casas de altos para construir departamentos, sin tener en cuenta la infraestructura de servicios existentes. Desde hace años, eso ha llevado a inundaciones otrora desconocidas, particularmente en barrios bajo los cuales corren antiguos arroyos entubados.

Por otra parte, el auge constructor ha contribuido al 8% anual de crecimiento sectorial en el último trienio. Ello ha permitido que la demanda laboral, estancada durante años, empiece a recobrar con firmeza. El fenómeno beneficia a un sector de trabajadores poco especializados y con bajos niveles de educación, rasgo típico en las ciudades latinaomericanas.

Pero “esa expansión no ha sido acompañada por los proveedores (privados) de electricidad, agua y servicios sanitarios”, apunta un analista de Delphos Investment, una consultoría económica porteña. “En barrios donde imperaban casas bajas, hoy predominan rascacielos. No obstante, cañerías y redes eléctricas son las mismas”. Sólo en enero-septiembre de 2006, los permisos fueron 31% más que en igual lapso de 2005. La propia cámara inmobiliaria admite que, en ese período, el espacio cubierto aumentò 43% en la ciudad.

Los servicios involucrados en un pedido oficial de informes y proyectos son prestados por empresas privadas como Edenor y Edesur. También por la flamante Aguas & saneamientos argentinos (Aysa), compañía estatal resultado del fracaso de prestadores franceses, que acumulan varios en la región.

Lejos del cabildeo de inmobiliaria, constructoras y sindicalistas sectoriales, algunas voces sugieren volver a un modelo de exansión típico de los años 50 y 60. Por entonces, los desarrolladores urbanos ampliaban espacios ocupando el primer cinturón del gran Buenos Aires. En la ciudad, los edificios altos –llamados de “propiedad horizontal”, un contrasentido-se levantaban lejos de arroyos entubados.

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