Alitalia: harto del gremialismo, el gobierno quiere venderla toda

Bastó el paro dispuesto por un sindicato -con apenas seis afiliados- para que el personal de abordo hiciese suspender 395 vuelos de la compañía. Ahora, Roma contempla vender íntegro su 49,9%. En otras palabras, desembarazarse de Alitalia.

23 mayo, 2007

Los tres postulantes siguen siendo los mismos. Pero los excesos de un sindicalismo caníbal (de corte similar al prevalente en el subterráneo de Buenos Aires) clamaron la paciencia de Tommaso Padoa-Schioppa, ministro de economía. En un memorando a los tres grupos que deben hacer ofertas en firme la semana próxima, Roma se muestra dispuesta a ofrecer su 49,9% que, junto a la parte sometida ya a privatización (39,9%), deja sólo 10,2% y, quizás, una “acción de oro”.

Se sabe ya que Aeroflot ofrecerá € 1.300 millones contra mil de Texas Pacific Group-Matlin-Mediobanca y 900 millones de AirOne-Intesa-SanPaolo IMI (grupo favorito del gobierno). Pero con un ingrediente social: nada de despidos en Alitalia. Sólo que, ahora, los sindicatos “piqueteros” parecen ser los principales obstáculos para mantener una línea de bandera así como en Argentina, lo son para otros servicios públicos y la estabilidad social.

Hasta hace once días, Aeroflot parecía el concurrente con menos posibilidades. Pero sucedieron dos cosas. En la semiprivatización de Alitalia, los moscovitas sacaron un as de la manga: no despedirán gente.
El segundo hecho es ajeno al concurso, pero no a uno de sus participantes. En efecto, Unicredito (socio de Aeroflot) pasará a convertirse en UniCapitalia. No es detalle menor, pues la fusión generará el segundo conglomerado financiero en Europa, o sea del Atlántico a los Urales.

El martes, empero, la situación se le complicó al gobierno italiano, involucrado en una privatización parcial (39,9% del paquete) y renuente a permitir que Alitalia deje de ser línea de bandera. Justamente, lo que persigue la compra apalancada (TPG-Maitlin-Mediobanca). Además, todos saben que Padoa-Schioppa tenía el corazoncito en AirOne-Intesa-SanPaolo. Ahora, la cuestión cambia de eje e implica una privatización total, lisa y llana.

Por otra parte, la oferta rusa implica € 0,70 por papel, 0,30 en obligaciones y € 500 millones de recapitalización. O sea, un total de € 1.300 millones. Ello representa 30% sobre TPG-Maitlin o 44,4% sobre AirOne y sus socios. Pese a todo, varios analistas creen que la preservación de fuentes laborales puede ser clave, especialmente con el “premier” Romano Prodi agobiado por su propia coalición, devenida en un conventillo.

No obstante, una cosa es 39,9% y otra, muy distinta, 89,8%. Pero los problemas no terminan allí. De pronto, aumentan presiones para privatizar 49% de Iberia vía una compra apalancada. Si Alitalia se vende casi completa, tarde o temprano el mercado cuestionará el 51% estatal en el paquete español y, por extensión, sus acuerdos en Latinoamérica. En otras palabras, quizá las pocas líneas de bandera subsistentes no lleguen siquiera a marzo próximo, cuando se abran los cielos sobre el Atlántico norte.

Los tres postulantes siguen siendo los mismos. Pero los excesos de un sindicalismo caníbal (de corte similar al prevalente en el subterráneo de Buenos Aires) clamaron la paciencia de Tommaso Padoa-Schioppa, ministro de economía. En un memorando a los tres grupos que deben hacer ofertas en firme la semana próxima, Roma se muestra dispuesta a ofrecer su 49,9% que, junto a la parte sometida ya a privatización (39,9%), deja sólo 10,2% y, quizás, una “acción de oro”.

Se sabe ya que Aeroflot ofrecerá € 1.300 millones contra mil de Texas Pacific Group-Matlin-Mediobanca y 900 millones de AirOne-Intesa-SanPaolo IMI (grupo favorito del gobierno). Pero con un ingrediente social: nada de despidos en Alitalia. Sólo que, ahora, los sindicatos “piqueteros” parecen ser los principales obstáculos para mantener una línea de bandera así como en Argentina, lo son para otros servicios públicos y la estabilidad social.

Hasta hace once días, Aeroflot parecía el concurrente con menos posibilidades. Pero sucedieron dos cosas. En la semiprivatización de Alitalia, los moscovitas sacaron un as de la manga: no despedirán gente.
El segundo hecho es ajeno al concurso, pero no a uno de sus participantes. En efecto, Unicredito (socio de Aeroflot) pasará a convertirse en UniCapitalia. No es detalle menor, pues la fusión generará el segundo conglomerado financiero en Europa, o sea del Atlántico a los Urales.

El martes, empero, la situación se le complicó al gobierno italiano, involucrado en una privatización parcial (39,9% del paquete) y renuente a permitir que Alitalia deje de ser línea de bandera. Justamente, lo que persigue la compra apalancada (TPG-Maitlin-Mediobanca). Además, todos saben que Padoa-Schioppa tenía el corazoncito en AirOne-Intesa-SanPaolo. Ahora, la cuestión cambia de eje e implica una privatización total, lisa y llana.

Por otra parte, la oferta rusa implica € 0,70 por papel, 0,30 en obligaciones y € 500 millones de recapitalización. O sea, un total de € 1.300 millones. Ello representa 30% sobre TPG-Maitlin o 44,4% sobre AirOne y sus socios. Pese a todo, varios analistas creen que la preservación de fuentes laborales puede ser clave, especialmente con el “premier” Romano Prodi agobiado por su propia coalición, devenida en un conventillo.

No obstante, una cosa es 39,9% y otra, muy distinta, 89,8%. Pero los problemas no terminan allí. De pronto, aumentan presiones para privatizar 49% de Iberia vía una compra apalancada. Si Alitalia se vende casi completa, tarde o temprano el mercado cuestionará el 51% estatal en el paquete español y, por extensión, sus acuerdos en Latinoamérica. En otras palabras, quizá las pocas líneas de bandera subsistentes no lleguen siquiera a marzo próximo, cuando se abran los cielos sobre el Atlántico norte.

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