Airbus-Boeing: Washington y Bruselas vuelven a negociar

Estados Unidos y la Unión Europea convinieron en reabrir negociaciones. La pelea por subsidios involucra a Washington, Bruselas, ambas empresas y la Organización Mundial de Comercio. De hecho, es la mayor en el marco de la entidad.

12 enero, 2005

La Unión Europea y Estados Unidos abrieron, de facto, una tregua en la disputa iniciada en octubre. Es un esfuerzo para eliminar (o replantear) lo que ambas partes –una respecto de la otra- tachan de subsidios ilegales a las mayores fabricantes mundiales de aviones. Sólo que la posición de Boeing parece más justificable, pues Airbus le ha sacado clientes y contratos, con lo cual la remitió a un lejano segundo puesto.

Ahora, Bruselas y Washington se dan cuenta de que los intereses económicos y políticos en juego son demasiado altos como para arriesgar un “doble veredicto negativo” de la OMC. Esto es, la organización podría declarar en falta a ambas partes. Ese desenlace, que llevaría a un largo proceso de arbitraje, crearía incertidumbres críticas para la gestión y el desarrollo de las dos compañías.

También amenazaría más aún la ya estancada ronda Dohá, o sea el futuro de la propia OMC. Simplemente, si las dos mayores economías del planeta y la OMC no logran desempantanar un asunto tan concreto, ¿qué cabe esperar de las negociaciones generales por la liberalización del intercambio?

Peter Mandelson, nuevo comisionado europeo de Comercio, sostuvo que “un enfrentamiento sin salida habría comprometido la visita de George W. Bush a Bruselas, en febrero”. En relación con eso, el clima que espera al presidente –fuera de las zalemas de una Comisión Europea hoy “norteamericanizada”- será más bien frío. Lo único caliente serán las manifestaciones públicas contra la ocupación de Irak. Ni hablar si, mientras tanto, se frustan las elecciones allá.

A partir de esta semana, la UE y Estados Unidos tienen tres meses para llegar a un acuerdo firme, posible de ampliar a Japón y otros países. Por otra parte, surge ahora una incógnita: ¿quién sucederá a Robert Zoellick como representante comercial de Washington? Además, ¿quién acabará ganando la presidencia de la OMC? Si es el francés Pascal Lamy, campeón de los subsidios agrícolas, más sombras se cernirán sobre la suerte de Dohá y de la propia entidad.

Volviendo a Airbus-Boeing, varios expertos temen que las futuras negociaciones bilaterales sean muy duras y exijan más de un trimeste. Sólo hay una decisión política: impedir que la disputa vuelva a la OMC. En cuanto al fondo de la cuestión, dados el costo de desarrollar aviones y el frágil estado de las aerolíneas clientes, será muy difícil que las fábricas puedan prescindir de subsidios directos o indirectos. Por ende, tal vez se repita la “solución” de 1992: la UE subsidiará hasta cierto nivel (33% en ese momento) el costo de nuevos modelos Airbus y Boeing contará con asistencia estadounidense en investigación y desarrollo.

La Unión Europea y Estados Unidos abrieron, de facto, una tregua en la disputa iniciada en octubre. Es un esfuerzo para eliminar (o replantear) lo que ambas partes –una respecto de la otra- tachan de subsidios ilegales a las mayores fabricantes mundiales de aviones. Sólo que la posición de Boeing parece más justificable, pues Airbus le ha sacado clientes y contratos, con lo cual la remitió a un lejano segundo puesto.

Ahora, Bruselas y Washington se dan cuenta de que los intereses económicos y políticos en juego son demasiado altos como para arriesgar un “doble veredicto negativo” de la OMC. Esto es, la organización podría declarar en falta a ambas partes. Ese desenlace, que llevaría a un largo proceso de arbitraje, crearía incertidumbres críticas para la gestión y el desarrollo de las dos compañías.

También amenazaría más aún la ya estancada ronda Dohá, o sea el futuro de la propia OMC. Simplemente, si las dos mayores economías del planeta y la OMC no logran desempantanar un asunto tan concreto, ¿qué cabe esperar de las negociaciones generales por la liberalización del intercambio?

Peter Mandelson, nuevo comisionado europeo de Comercio, sostuvo que “un enfrentamiento sin salida habría comprometido la visita de George W. Bush a Bruselas, en febrero”. En relación con eso, el clima que espera al presidente –fuera de las zalemas de una Comisión Europea hoy “norteamericanizada”- será más bien frío. Lo único caliente serán las manifestaciones públicas contra la ocupación de Irak. Ni hablar si, mientras tanto, se frustan las elecciones allá.

A partir de esta semana, la UE y Estados Unidos tienen tres meses para llegar a un acuerdo firme, posible de ampliar a Japón y otros países. Por otra parte, surge ahora una incógnita: ¿quién sucederá a Robert Zoellick como representante comercial de Washington? Además, ¿quién acabará ganando la presidencia de la OMC? Si es el francés Pascal Lamy, campeón de los subsidios agrícolas, más sombras se cernirán sobre la suerte de Dohá y de la propia entidad.

Volviendo a Airbus-Boeing, varios expertos temen que las futuras negociaciones bilaterales sean muy duras y exijan más de un trimeste. Sólo hay una decisión política: impedir que la disputa vuelva a la OMC. En cuanto al fondo de la cuestión, dados el costo de desarrollar aviones y el frágil estado de las aerolíneas clientes, será muy difícil que las fábricas puedan prescindir de subsidios directos o indirectos. Por ende, tal vez se repita la “solución” de 1992: la UE subsidiará hasta cierto nivel (33% en ese momento) el costo de nuevos modelos Airbus y Boeing contará con asistencia estadounidense en investigación y desarrollo.

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