Airbus, bajo el paraguas político de Merkel y Chirac

Los esfuerzos necesarios para relanzar Airbus deben repartirse entre Francia y Alemania. La reestructuración industrial, laboral y técnica exigen un delicado equilibrio, difícil para la actual European aeronautics, defence & space (Eads).

26 febrero, 2007

La reunión entre la canciller Angela Merkel -presidente de turno en la Unión Europea- y Chirac, mandatario francés saliente, ha servido para abrir un paraguas político sobre la perpetua crisis de Eads. Cabe recordar que Louis Gallois, al timòn de Aibus, es un protegido de Chirac, aunque no de Nicolas Sarkozy ni, mucho menos, Ségolène Royal, candidatos en las próximas elecciones.

Eads está paralizada por una interminable disputa entre ejecutivos franceses y alemanes, que amenaza con la disolución de la sociedad controlante de Airbus. Sólo que, aparte de aviones comerciales, cubre equipamiento militar y espacial. Esa situación traba el programa de saneamiento lanzado en 2006 por el alemán Christian Streiff y retomado por su sucesor, Gallois.

Al no poder cumplir con el plazo previsto para ponerlo en marcha (venció la semana pasada), Gallois se irritó y dio a entender que imitaría el ejemplo de Streiff (hoy director ejecutivo de Peugeot-Citroën). Resulta irónico, pues Gallois había acelarado la renuncia de Streiff para ocupar su cargo.

Al término de las conversaciones cerca de Berlín, Merkel y Chirac emitieron un comunicado, donde apoyan formalmente la actual cúpula de Eads, pero le exigen urgentes medidas para que la empresa compita mejor. Al mismo tiempo, rescatan el “principio de sociedad entre iguales” para Airbus. En lo atinente a la reestructuración, descartan “despidos salvajes o cierre de plantas sin un marco organizativo claro, indemnizaciones inclusive”.

Al momento, la dotación de Airbus suma 55.000 personas y el plan de Galois hubiese prescindido de diez mil. Pero ese programa, anunciado para el 19 de febrero, siguen en el aire. Entre otros problemas, la compañía mantiene diecisiete fábricas en tres países –el tercero es Gran Bretaña-, pr once y 40.000 trabajadores se concentran en Francia. Como señalan analistas londinenses y alemanes, la proximidad de comicios presidenciales ha obligado a Parìs y Berlín a imponer una tregua política.

La reunión entre la canciller Angela Merkel -presidente de turno en la Unión Europea- y Chirac, mandatario francés saliente, ha servido para abrir un paraguas político sobre la perpetua crisis de Eads. Cabe recordar que Louis Gallois, al timòn de Aibus, es un protegido de Chirac, aunque no de Nicolas Sarkozy ni, mucho menos, Ségolène Royal, candidatos en las próximas elecciones.

Eads está paralizada por una interminable disputa entre ejecutivos franceses y alemanes, que amenaza con la disolución de la sociedad controlante de Airbus. Sólo que, aparte de aviones comerciales, cubre equipamiento militar y espacial. Esa situación traba el programa de saneamiento lanzado en 2006 por el alemán Christian Streiff y retomado por su sucesor, Gallois.

Al no poder cumplir con el plazo previsto para ponerlo en marcha (venció la semana pasada), Gallois se irritó y dio a entender que imitaría el ejemplo de Streiff (hoy director ejecutivo de Peugeot-Citroën). Resulta irónico, pues Gallois había acelarado la renuncia de Streiff para ocupar su cargo.

Al término de las conversaciones cerca de Berlín, Merkel y Chirac emitieron un comunicado, donde apoyan formalmente la actual cúpula de Eads, pero le exigen urgentes medidas para que la empresa compita mejor. Al mismo tiempo, rescatan el “principio de sociedad entre iguales” para Airbus. En lo atinente a la reestructuración, descartan “despidos salvajes o cierre de plantas sin un marco organizativo claro, indemnizaciones inclusive”.

Al momento, la dotación de Airbus suma 55.000 personas y el plan de Galois hubiese prescindido de diez mil. Pero ese programa, anunciado para el 19 de febrero, siguen en el aire. Entre otros problemas, la compañía mantiene diecisiete fábricas en tres países –el tercero es Gran Bretaña-, pr once y 40.000 trabajadores se concentran en Francia. Como señalan analistas londinenses y alemanes, la proximidad de comicios presidenciales ha obligado a Parìs y Berlín a imponer una tregua política.

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