Aerolíneas: tropiezos en España y presiones en EE.UU.

Como en el caso Endesa-E.On, el nacionalismo hispánico hundió una oferta por Iberia. British Aiways y Texas Pacific group fueron detenidos por Caja de Madrid. Aquende el Atlántico, el clima es completamente distinto.

3 diciembre, 2007

Hasta cierto punto, el “nacionalismo”, en este caso, tiene un motivo válido: TPG es un fondo extrabursátil que especulado con compras apalancadas y el futuro de Iberia no parece promisorio en esas manos. Por otra parte, esta clase de negocios –tomar un activo, achicarlo y revenderlo al mejor postor- vive malos tiempos, debido a la iliquidez financiera global.

Volviendo a Iberia, la finalidad del gobierno es que British Airways no aumente el 10% que tiene en la empresa. Para eso, Banco Bilbao Vizcaya Argentaria y Logística cederá sus participaciones (7,3, 6,5%) a Caja de Madrire, que aumentará la suya de 9,6 a 23,4% del paquete. El resto seguirá en poder del gobierno vía SEPI (5,2%) y El Corte Inglés (2,9%, casi un chiste). En el mercado queda circulando 41,5%, proporción nada desdeñable para quien encare una compra hostil.

Por supuesto, las maniobras españolas van a contramano de las actuales tendencias en el mercado aerocomercial y pueden aislar a Iberia. Sobre todo si BA opta por vender su 10% y meterse en otro proyecto europeo (¿Alitalia?).

En Estados Unidos, las cosas son muy distintas, pero no excluyen ciertos riesgos. Por de pronto, hay en juego demasiados fondos especulativos (cobertura, compras apalancadas). Impala Asset Management participa en American Airlines, Delta Air Lines y United. Pardus Capital está en las dos últimas. Tontine Partners participa en American y United. Stark Investments figura en American, Continental, Delka, Northwest, United y US Airways. Igualmente, Silver Point y Sceptor Holdings.

Por supuesto, las presiones se originan en esos fondos especulativos, no en el negocio aéreo propiamente dicho. Para ello, despliegan una parafernalia destinada a influir accionistas, vía columistas amigos en medios especializados. Por ejemplo, Paulo Prada y Susan Carey (”Wall Street journal”) no trepidan en sostener que “los inversores están decepcionados porque las aerolíneas demoran en seguir los consejos de los fondos de cobertura”.

Hasta cierto punto, el “nacionalismo”, en este caso, tiene un motivo válido: TPG es un fondo extrabursátil que especulado con compras apalancadas y el futuro de Iberia no parece promisorio en esas manos. Por otra parte, esta clase de negocios –tomar un activo, achicarlo y revenderlo al mejor postor- vive malos tiempos, debido a la iliquidez financiera global.

Volviendo a Iberia, la finalidad del gobierno es que British Airways no aumente el 10% que tiene en la empresa. Para eso, Banco Bilbao Vizcaya Argentaria y Logística cederá sus participaciones (7,3, 6,5%) a Caja de Madrire, que aumentará la suya de 9,6 a 23,4% del paquete. El resto seguirá en poder del gobierno vía SEPI (5,2%) y El Corte Inglés (2,9%, casi un chiste). En el mercado queda circulando 41,5%, proporción nada desdeñable para quien encare una compra hostil.

Por supuesto, las maniobras españolas van a contramano de las actuales tendencias en el mercado aerocomercial y pueden aislar a Iberia. Sobre todo si BA opta por vender su 10% y meterse en otro proyecto europeo (¿Alitalia?).

En Estados Unidos, las cosas son muy distintas, pero no excluyen ciertos riesgos. Por de pronto, hay en juego demasiados fondos especulativos (cobertura, compras apalancadas). Impala Asset Management participa en American Airlines, Delta Air Lines y United. Pardus Capital está en las dos últimas. Tontine Partners participa en American y United. Stark Investments figura en American, Continental, Delka, Northwest, United y US Airways. Igualmente, Silver Point y Sceptor Holdings.

Por supuesto, las presiones se originan en esos fondos especulativos, no en el negocio aéreo propiamente dicho. Para ello, despliegan una parafernalia destinada a influir accionistas, vía columistas amigos en medios especializados. Por ejemplo, Paulo Prada y Susan Carey (”Wall Street journal”) no trepidan en sostener que “los inversores están decepcionados porque las aerolíneas demoran en seguir los consejos de los fondos de cobertura”.

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