Ya alcanzan a 300 millones los norteamericanos

Dejando de lado la Unión Europea, Estados Unidos sigue tercero entre los países más poblados. Sólo lo preceden China (1.300 millones) e India (1.100 millones). Los hispanos son definitivamente la primera minoría étnica.

18 octubre, 2006

Según cifras y proyecciones de la oficina federal de Censos, el 15 de octubre había 201 millones de caucásicos –eufemismo por blancos-, 44.700.000 hispanos, 38.700.000 negros (mulatos inclusive) y 14.300.000 indios, chinos, japoneses y otras etnias de Asia oriental y meridional. Entre los 1.300.000 restantes figuran los aborígenes, que van extinguiéndose por asimilación o malas condiciones de vida.

En aras de una exactitud tan dudosa como poco útil, la oficina informó que el norteamericano número 300 millones “debe haber nacido a las 7:46 am, hora de Washington, el domingo”. Pero era imposible saber de qué grupo sería o si, por esas cosas, no fuese un hijo de inmigrantes ilegales que estaban penetrando en el país. Toda una ironía estadística.

Por supuesto, el creciente aumento vegetativo notado en los últimos 40 años refleja tanto la afluencia como la fertilidad de quienes hablan castellano, para horror de Samuel Huntington (que se niega a aprenderlo y prefiere el hebreo). “Casi la mitad del aumento de población se debe a los hispanos y su progenie”, señalaba el demógrafo William Frey, de la institución Brookings. Hilando más fino, presume que “existe un alto componente aborigen en esos inmigrantes, que son mayormente mestizos”.

A criterio de Narimán Behravesh (un hindú), analista principal de Global Insight, “el crecimiento de población es positivo para este país. Su territorio, apenas menor que el chino y casi tres veces el indio, permitiría doblar la cantidad de habitantes y tendría aún menos densidad que Japón o la mayor parte de Occidente”. De Canadá, ni hablar: es mayor que China y tiene menos población que Colombia.

Según cifras y proyecciones de la oficina federal de Censos, el 15 de octubre había 201 millones de caucásicos –eufemismo por blancos-, 44.700.000 hispanos, 38.700.000 negros (mulatos inclusive) y 14.300.000 indios, chinos, japoneses y otras etnias de Asia oriental y meridional. Entre los 1.300.000 restantes figuran los aborígenes, que van extinguiéndose por asimilación o malas condiciones de vida.

En aras de una exactitud tan dudosa como poco útil, la oficina informó que el norteamericano número 300 millones “debe haber nacido a las 7:46 am, hora de Washington, el domingo”. Pero era imposible saber de qué grupo sería o si, por esas cosas, no fuese un hijo de inmigrantes ilegales que estaban penetrando en el país. Toda una ironía estadística.

Por supuesto, el creciente aumento vegetativo notado en los últimos 40 años refleja tanto la afluencia como la fertilidad de quienes hablan castellano, para horror de Samuel Huntington (que se niega a aprenderlo y prefiere el hebreo). “Casi la mitad del aumento de población se debe a los hispanos y su progenie”, señalaba el demógrafo William Frey, de la institución Brookings. Hilando más fino, presume que “existe un alto componente aborigen en esos inmigrantes, que son mayormente mestizos”.

A criterio de Narimán Behravesh (un hindú), analista principal de Global Insight, “el crecimiento de población es positivo para este país. Su territorio, apenas menor que el chino y casi tres veces el indio, permitiría doblar la cantidad de habitantes y tendría aún menos densidad que Japón o la mayor parte de Occidente”. De Canadá, ni hablar: es mayor que China y tiene menos población que Colombia.

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