<p>En un contexto de crisis financiera regional, la próspera y ortodoxa Holanda se suma a una ola extremista que ya castigó a Hungría, Eslovaquia, Francia, Italia –donde directamente cunde el separatismo- y hasta Gran Bretaña. En este caso, la flamante alianza conservadora-demoliberal es hostil a la Unión Europea y mucho más a la Eurozona, que no integra.<br />
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El cuadro en Estados Unidos es al mismo menos xenófobo (no llega al extremo de otra mujer, la gobernadora antihispana de Arizona) y más renuente a las reformas propuestas por Barack Obama. Pero dos de ellas, la ex Hewlett-Packard Fiorina y la ex eBay Whitman no ven con buenos ojos que haya un negro en la Casa Blanca. <br />
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Irónicamente, ese factor tal vez beneficie al presidente, sobre todo en los próximos comicios de medio mandato.<br />
Lo de Holanda es otro cantar. Tras obtener catorce escaños adicionales, el partido Libertario (PVV) se acercó a los socialdemócratas (treinta bancas) y a los conservadores (treinta y una). Tras perder veinte escaños, los democristianos tienen apenas veintiuno, lo que forzó la renuncia del primer ministro Jan Peter Balkenende.<br />
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El ex jefe de gobierno abandonó el cargo –lo había ocupado durante ocho años- y la conducción del partido, ahora cuarto en el parlamento. Por lógica, el conservador Mark Rutte (43 años) debiera formar gabinete con el socialdemócrata Job Cohen, intendente de Amsterdam. Por el momento, ningún partido apoya la xenofobia de los libertarios, centrada en la etnia Indonesia, que ya lleva cuatro generaciones viviendo en Holand<br />
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Xenofobia: juego de pinzas entre Holanda y los EE.UU.
Geert Wilders y la ultraderecha pasaron a tercera fuerza en el parlamento de La Haya: 22 bancas contra sólo 21 de los democristianos. En California y Surcarolina, las xenófobas Carleton Fiorina, Megan Whitman y Nikki Haley coparon internas republicanas.