Washington lanza otro embate contra el Fondo Monetario

El Fondo Monetario Internacional “no previno 89% de las crisis financieras acaecidas en 1991-2001. De las134 ocurridas en esos doce años, sus informes semestrales diagnosticaron sólo 11%. Tampoco había previsto la crisis global de 1997/8”.

22 junio, 2003

Semejante veredicto, hoy común en los países víctimas de las recetas impuestas desde el FMI, proviene ahora de la Contaduría General del Congreso (CGC) estadounidense y comenzó a divulgarse hace pocos días (sin mayor eco en la prensa latinoamericana). Los informes fondistas, sostienen los técnicos de la CGC, “debieran emitir alertas tempranos, pero en general llegan tarde y carecen de claridad conceptual y, a veces, ni siquiera son inteligibles”. Por ende, la institución –virtualmente manejada por su socio principal, Estados Unidos, valga la paradoja- “tiene mucho que hacer en materia de detectar o prevenir a tiempo crisis en economías emergentes y periféricas”.

Apelando a estadísticas del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF o Banco Mundial), el estudio señala que esas crisis no anticipadas les contaron a los países en problemas un billón de dólares entre 1981 y 2000. Esa suma supera varias veces la asistencia del propio BIRF y EE.UU. a las economías menos desarrolladas. El FMI tampoco marcha bien en macroeconomía: “en catorce casos, estimó alzas de hasta 4,4% en los productos brutos internos, que acabaron siendo descensos. A Indonesia le predijo + 6,2% en 1998 y su PBI se derrumbó 13,7% a valores constantes”.

La ineptitud de la conducción ejecutiva, a cargo de Horst Köhler –pero, en realidad, dominada por Anne Krueger… en nombre de EE.UU.-, llevó también a anunciar desastres que luego no sucedieron. Los casos de Malasia en 1998 y Argentina en 2002 ya son clásicos.

Semejante veredicto, hoy común en los países víctimas de las recetas impuestas desde el FMI, proviene ahora de la Contaduría General del Congreso (CGC) estadounidense y comenzó a divulgarse hace pocos días (sin mayor eco en la prensa latinoamericana). Los informes fondistas, sostienen los técnicos de la CGC, “debieran emitir alertas tempranos, pero en general llegan tarde y carecen de claridad conceptual y, a veces, ni siquiera son inteligibles”. Por ende, la institución –virtualmente manejada por su socio principal, Estados Unidos, valga la paradoja- “tiene mucho que hacer en materia de detectar o prevenir a tiempo crisis en economías emergentes y periféricas”.

Apelando a estadísticas del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF o Banco Mundial), el estudio señala que esas crisis no anticipadas les contaron a los países en problemas un billón de dólares entre 1981 y 2000. Esa suma supera varias veces la asistencia del propio BIRF y EE.UU. a las economías menos desarrolladas. El FMI tampoco marcha bien en macroeconomía: “en catorce casos, estimó alzas de hasta 4,4% en los productos brutos internos, que acabaron siendo descensos. A Indonesia le predijo + 6,2% en 1998 y su PBI se derrumbó 13,7% a valores constantes”.

La ineptitud de la conducción ejecutiva, a cargo de Horst Köhler –pero, en realidad, dominada por Anne Krueger… en nombre de EE.UU.-, llevó también a anunciar desastres que luego no sucedieron. Los casos de Malasia en 1998 y Argentina en 2002 ya son clásicos.

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