Washington: el yüan asusta al redivivo grupo de los 7

Los - no tan grandes - Siete van a la asamblea FMI-Banco Mundial para apretar a Xhou Xiaochüan (banco central chino). Justo después de que debatiera el tema cambios con Joseph Stiglitz, Nobel 2001 junto a los ignotos George Akerlof y Michael Spence.

9 octubre, 2010

<p>Afecto a las iron&iacute;as, Stiglitz se&ntilde;al&oacute;, tras la discusi&oacute;n p&uacute;blica, que Xhou &ldquo;cumpli&oacute; su papel a la perfecci&oacute;n: no dijo absolutamente nada porque, en realidad, Wen Jiabao lo hab&iacute;a dicho todo en Bruselas&rdquo;. En la fase actual de hostilidades, el presidente del emisor chino debe quedar en la sombra. Particularmente, porque &ndash;hace dos meses- corrillos de Hongkong y Singapur &ldquo;sospechaban&rdquo; que el alto funcionario hab&iacute;a huido al exterior.<br />
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Hoy el mismo personaje maneja 40% de las reservas mundiales de divisas, especialmente en deuda norteamericana titulizada. Pero el miedo del G-7 (EE.UU., Jap&oacute;n, Alemania, Francia, Gran Breta&ntilde;a, Canad&aacute; e Italia) al &ldquo;y&uuml;an barato&rdquo; opera en forma ambivalente. Por una parte, la ofensiva occidental contra China la a&iacute;sla de los 187 pa&iacute;ses que integran el Fondo Monetario Internacional, muchos de ellos simples puntos en el mapa. Por la otra, un sector europeo del propio G-7 busca atenuar esa soledad v&iacute;a contactos m&aacute;s o menos reservados.<br />
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En este plano, Xhou mismo admiti&oacute; que Beijing no est&aacute; tan aislada como se supone, sobre todo en el G-20 &ndash;se re&uacute;ne en noviembre- y en el G-77. Por ejemplo, Jap&oacute;n, Surcorea, Indonesia, Malasia, Tailandia e India se abstienen de criticar en p&uacute;blico la pol&iacute;tica cambiaria china. Este detalle hace pensar que esos esfuerzos para diluir el &ldquo;clima b&eacute;lico&rdquo; (t&eacute;rmino acu&ntilde;ado ente Se&uacute;l y Taipei) no son del todo infructuosos.<br />
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Entre viernes y s&aacute;bado, de todos modos, el G-7 intenta coordinar presiones sobre Beijing, pero no ser&aacute; f&aacute;cil: falta unidad interna. En buena medida, porque tampoco existe un plan concreto para llevar a la reapreciaci&oacute;n no traum&aacute;tica del y&uuml;an. En este sentido, la reciente diatriba de Timothy Geithner (secretario estadounidense del Tesoro) contra los chinos no ayuda. Tampoco lo hace el mutismo de Benjamin Bernanke (Reserva Federal), m&aacute;s desvelado por el tenaz desempleo en su pa&iacute;s que por el y&uuml;an.<br />
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En un clima tan denso, llam&oacute; la atenci&oacute;n la postura de Stanley Fisher, presidente del banco central israel&iacute;. Interpretando la visi&oacute;n china, subray&oacute;: &ldquo;Las econom&iacute;as emergentes no han generado esta crisis cambiaria, aunque s&iacute; contribuyen a contenerla. Resulta pues dif&iacute;cil explicarles que no deben intervenir gestionando sus propias monedas o sus reservas en divisas&rdquo;. Por supuesto, Tel Aviv sigue pautas similares a las de Beijing en esta materia.<br />
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Paralelamente, en la asamblea pa&iacute;ses como Brasil, Sud&aacute;frica, Turqu&iacute;a, Argentina, Suiza, Taiw&aacute;n o Surcorea han sostenido, en palabras del indio Rajiv Kumar, que &ldquo;reactivar el G-7 arriesga desintegrar el G-20&rdquo;, Exactamente lo que creen Wen Jiabao y Hu Jintao.</p>
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