A diferencia de enero, las dos cifras convalidan el amplio reflujo notado desde el mes pasado en la confianza de los consumidores (Conference Board). También dejan malparada a la firma bursátil Bear Stearns que, a mediados de marzo, aún sostenía: “Nuestras proyecciones en materia de demanda real y manufactura confirman la impresión del gobierno en cuanto a mejoras. Es posible que enero-marzo sea el cuarto trimestre seguido de más ventas minoristas, compras de bienes raíces e inversiones de capital”. BS siempre ha apoyado las políticas ofertistas de Ronald Reagan y ambos Bush.
No obstante, estaba claro que el desempleo urbano y las incertidumbres asociadas a la guerra tendían a postergar compras y otras decisiones. Como se sabe, el ofertismo postula –desde 1979- rebajas de impuestos a sectores de altos ingresos y grandes empresas, suponiendo que ello derivará fondos a crear empleo o mejorar salarios. Ninguno de los ensayos ofertistas anteriores dio esos resultados, como tampoco su copia argentina (1991/9).
En Argentina
Resulta curioso que, en Argentina, la demanda del público sea –al revés de EE.UU.- casi la única variable interna que no se suma al lento repunte de los últimos meses. En buena medida, según señala una consultora local, “debido a que los alimentos y otros rubros indispensables están subiendo a un ritmo injustificable, especulativo. En tanto, tarifas e insumos –excepto combustibles- se mantienen relativamente quietos y el dólar ha perdido 14% desde el máximo de este año, registrado el 14 de enero”.
El informe difundido ayer por el Instituto Nacional de Estadística y Censos refleja lo mismo. En efecto, las ventas minoristas continúan bajando en los centros urbanos –28,9% este febrero respecto de un año antes-, pero más en supermercados y similares que en autoservicios (“efecto chinos y coreanos”, decía un analista por TV), almacenes, etc. Si bien el Indec lo soslaya cuidadosamente, aquella fuente privada señala que “aumentos desmedidos, en rubros tan básicos como carnes, lácteos y verduras, explican la disparidad entre supermercados y comercios chicos. En los primeros, ciertos cortes de carne vacuna –para tomar un caso- cuestan hoy, en dólares, más que en tiempos del uno por uno”.
A diferencia de enero, las dos cifras convalidan el amplio reflujo notado desde el mes pasado en la confianza de los consumidores (Conference Board). También dejan malparada a la firma bursátil Bear Stearns que, a mediados de marzo, aún sostenía: “Nuestras proyecciones en materia de demanda real y manufactura confirman la impresión del gobierno en cuanto a mejoras. Es posible que enero-marzo sea el cuarto trimestre seguido de más ventas minoristas, compras de bienes raíces e inversiones de capital”. BS siempre ha apoyado las políticas ofertistas de Ronald Reagan y ambos Bush.
No obstante, estaba claro que el desempleo urbano y las incertidumbres asociadas a la guerra tendían a postergar compras y otras decisiones. Como se sabe, el ofertismo postula –desde 1979- rebajas de impuestos a sectores de altos ingresos y grandes empresas, suponiendo que ello derivará fondos a crear empleo o mejorar salarios. Ninguno de los ensayos ofertistas anteriores dio esos resultados, como tampoco su copia argentina (1991/9).
En Argentina
Resulta curioso que, en Argentina, la demanda del público sea –al revés de EE.UU.- casi la única variable interna que no se suma al lento repunte de los últimos meses. En buena medida, según señala una consultora local, “debido a que los alimentos y otros rubros indispensables están subiendo a un ritmo injustificable, especulativo. En tanto, tarifas e insumos –excepto combustibles- se mantienen relativamente quietos y el dólar ha perdido 14% desde el máximo de este año, registrado el 14 de enero”.
El informe difundido ayer por el Instituto Nacional de Estadística y Censos refleja lo mismo. En efecto, las ventas minoristas continúan bajando en los centros urbanos –28,9% este febrero respecto de un año antes-, pero más en supermercados y similares que en autoservicios (“efecto chinos y coreanos”, decía un analista por TV), almacenes, etc. Si bien el Indec lo soslaya cuidadosamente, aquella fuente privada señala que “aumentos desmedidos, en rubros tan básicos como carnes, lácteos y verduras, explican la disparidad entre supermercados y comercios chicos. En los primeros, ciertos cortes de carne vacuna –para tomar un caso- cuestan hoy, en dólares, más que en tiempos del uno por uno”.