Ls desajustes económicos incluyen un déficit fiscal cercano a 20% del PBI (en EE UU es de 7%) y un mercado de divisas en el cual el dólar que se compra en la calle cuesta cuatro veces más que el dólar que vende el Gobierno a la tasa oficial. Esto lleva a pensar, dice Moisés Naím, ex ministro de trabajo e industria de Venezuela, que una devaluación de la moneda es inevitable y que, por lo tanto, la inflación que se avecina será aún mayor que la actual, que es una de las más altas del mundo.
Los niveles de empleo están artificialmente abultados por la gigantesca expansión del empleo público, los compromisos laborales adquiridos por el Gobierno generan alta conflictividad sindical, la deuda externa es ahora 10 veces mayor que en 2003, el sistema bancario está muy frágil y la capacidad productiva del país, incluyendo la de su industria petrolera, ha caído drásticamente.
Los países exportadores de petróleo rara vez sufren crisis económicas causadas por la escasez de divisas fuertes. Pero el régimen del presidente Chávez se las ha arreglado para quedarse corto de dólares o euros, a pesar que ha gozado de más de una década de altos precios del petróleo y de una enorme capacidad de endeudamiento, gracias a los elevados intereses que está dispuesto a pagar.
Sin embargo, el dinero no alcanza. El desenfrenado gasto en consumo ha disparado las importaciones, a la vez que la mala gestión y la falta de inversión en la industria petrolera han venido reduciendo los ingresos por exportaciones. Los ingresos petroleros de Venezuela también caen por otras razones. El elevado consumo interno de gasolina absorbe una gran parte de la producción (llenar el tanque de un coche normal cuesta 25 céntimos de dólar, unos 19 céntimos de euro). Otra parte de la producción se envía a Cuba y a otros aliados de Chávez a precios altamente subsidiados y a crédito: de hecho, muchas de estas facturas nunca llegan a cobrarse.
El futuro
Según Susanne Gratius, de la Universidad Complutense de Madrid, las grandes incertidumbres se crearán después de las elecciones y la probable victoria del chavismo. La mitificación de la figura de líder, dice ella, podrá durante un tiempo para mantener viva la Revolución Bolivariana. Como su ídolo, Simón Bolívar, Hugo Chávez murió joven y, como él, se convirtió en autoritario que reprimió y atacó sus adversarios. Sin embargo, idolatrar a Chávez no será suficiente para mantener unido el movimiento bolivariano cuya única razón de ser ha sido, hasta ahora, apoyar al Presidente y su proyecto político. Y con la teoría de la conspiración del envenenamiento de Chávez, lanzada por Maduro, se distrae a los ciudadanos y se gana tiempo, pero tampoco es una estrategia a largo plazo. Sin el líder, sus sucesores tendrán que llenar el vacío programático y personal que deja Chávez.
Ahora comienza una lucha por el poder entre los chavistas de varias facciones. Nicolás Maduro no tiene el carisma de Chávez y si se ha destacado por algo es por haber sido el fiel intérprete de la voluntad del Presidente. Nadie sabe si será capaz de mantener unido un movimiento muy disperso en cuya ala más radical se sitúa el actual Presidente de la Asamblea Nacional, el ex militar Diosdado Cabello. Otras figuras claves son el Canciller y anterior Vicepresidente Elías Jaua, Adán, el hermano de Chávez o Rafael Ramírez, actual Presidente de PDVSA, la empresa más poderosa del país.
Una vez pasadas las elecciones, las divisiones internas son probables y hasta deseables ante la enorme polarización política que ha impedido un consenso nacional sobre los dos retos claves: la violencia generalizada y los problemas económicos. Otro desafío es la restitución de plenas relaciones diplomáticas con EEUU y la continuidad de los proyectos exteriores de Chávez: las polémicas relaciones con Irán y la alianza con otros socios nuevos como Rusia o China. Para Cuba estará en juego su futuro económico: si Venezuela no continúa el lucrativo intercambio petróleo contra asesores cubanos, se profundizará aún más una crisis que dura ya demasiados años. La muerte de Chávez también dejará desalmado el proyecto ALBA que se construyó en torno a sus ideas.
“Si la oposición pierde las próximas elecciones iniciará un proceso de reconstrucción interna.”
En este momento, parece poco probable que la oposición gane las elecciones (si es que se convocan). Perdió las últimas el 7 de octubre y no parece probable que el candidato único, Henrique Capriles, se imponga esta vez. Y nombrar otro candidato en un plazo tan breve no parece demasiado realista. Los recursos y la infraestructura están en manos de los chavistas que todavía se beneficiarán del apoyo popular del fallecido Presidente. Si la oposición pierde las próximas elecciones iniciará un proceso de reflexión y reconstrucción interna que permitirá crear los programas y liderazgos necesarios para poder vencer al chavismo por las urnas. Su mejor aliado será el debilitamiento del chavismo y su desgaste en el poder.