<p>Al mismo tiempo, Monti comunicaba a la Comisión Europea que estaba preparando una ley por la cual la Iglesia Católica Romana deberá abonar el ICI sobre propiedades de uso comercial. La denuncia que desató este proceso tiene dos años y la formuló el partido Radical, célebre por su sano anticlericalismo. El cimbronazo fue impresionante, dado que los santos activos inmobiliarios involucran en Italia un patrimonio de 100.000 edificios.</p>
<p>Paralelamente, la misma causa abrió una por infracciones a la ley de competencia e ilegítima ayuda estatal al Vaticano. Ambos cargos pueden acarrear en pocos meses una sanción pecuniaria considerable. En la península, la Iglesia explota clínicas privadas, hoteles y casas de huépedes que gozan de privilegios impositivos sólo porque las ocupan sacerdotes y monjas o contienen capillas. Estos activos abarcan también nueve mil colegios y 26.000 estructuras.</p>
<p>Casi por casualidad, este jueves se cumplian 83 años de los Pactos Lateranos. En febrero de 1929, el gobierno fascista de Benito Mussolini –de origen socialista- sellaba en San Juan de Letrán un concordato que terminaba con el ”exilio interno” de los papas tras la toma de Roma en 1870.<br />
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<p>Obligado a impedir un desastre económico y a terminar con vetustos privilegios, el jefe de gobierno anunció –antes de la reunión- que quitará a la Iglesia las exenciones al impuesto inmobiliario sobre sus propiedades comerciales (ICI). Se trata de una medida revolucionaria: nadie había tocado ese privilegio, que involucra millones de euros anuales. En otros momentos históricos, intentos similares chocaron con la amenaza de excomunión (por caso, contra tres emperadores germanos medievales).</p>
<p>Para colmo, la noticia es otro golpe para el Vaticano en una semana sacudida por filtraciones de secretos ingratos. Por ende, Napolitano y Monti resolvieron que la santa sede sea alcanzada por la euroausteridad, en aras de una equidad aplicada ya antes de asumir el actual gabinete.</p>
<p>En verdad, la abolición del tributo inmobiliario llegaba ya a propiedades de civiles ricos (Silvio Berlusconi es uno), pero nadie siquiera soñaba en ese entonces (2010/11) con la Iglesia. Esta “excepcionabilidad” generó olas de críticas, sobre todo en medios sociales. Al principio, el Vaticano se resistió. Pero, cuando la austeridad empezó a expresarse en recortes, presión fiscal y reformas jubilatorias, las autoridades eclesiáticas se mostraron dispuestas a negociar. De ahí el encuentro de Bagnasco con Napolitano y Monti con el pretexto de recordar Letrán.</p>
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