jueves, 21 de noviembre de 2024

Vacuna: sólo cooperando se dominará la pandemia

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Lo contrario es aplicar la estrategia de poner a “mi país primero”, o sea, un nacionalismo aplicado a las vacunas.

A principios de julio había en proceso de desarrollo160 vacunas potenciales contra el coronavirus, 21 de ellas ya en etapa de pruebas clínicas. Aunque todavía falta mucho para que alguno de esos proyectos demuestre que es seguro y eficaz y que la vacuna resultante esté lista para ser distribuida los países que las fabrican (y también los países ricos que no las fabrican) ya están compitiendo para asegurarse el acceso temprano a ellas.

Y, a juzgar por la forma en que los gobiernos han actuado durante la actual pandemia y otras anteriores, parece muy probable que sigan actuando de esa manera. Sin embargo, como explican Thomas Bollyky y Chad Bown en Foreign Affairs, sólo la cooperación podrá salvar al mundo de la pandemia.

Dicen allí que si no hay un compromiso internacional y obligante de distribuir   vacunas globalmente en una forma equitativa y racional los líderes elegirán proteger a sus propias poblaciones en lugar de impedir la propagación de la Covid-19 en otras partes o ayudar a proteger a los trabajadores esenciales de la salud y a las poblaciones muy vulnerables en otros países.

Esa suerte de “nacionalismo vacunacional” o la estrategia de “mi país primero” va a tener consecuencias profundas y de largo alcance. Sin coordinación global los países se pelearán entre sí y eso subirá los precios de las   vacunas y de los materiales que necesitan. Al principio las vacunas van a ser escasas, incluso en los países ricos, pero el sufrimiento mayor lo experimentarán los países de ingresos medios y bajos, que tendrán que esperar a que haya una segunda tanda de vacunas. . Mientras tanto, millones de personas quedarán sin protección, lo que prolongará la pandemia y hará tambalear muchas economías. Como resultado habrá catástrofes económicas y humanitarias y además un feroz resentimiento contra los países que acaparan las vacunas. Todo eso daña la cooperación internacional necesaria para hacer frente a próximos brotes o combatir el cambio climático o la proliferación nuclear.

No es demasiado tarde para superar la disfunción global, dicen los autores, pero necesita que los estados y sus líderes políticos cambien de rumbo. Lo que el mundo necesita es un acuerdo de inversión y comercialización de la vacuna para Covid-19 que alivie los temores de los líderes en los países que están produciendo la vacuna de que si comparten lo que producen les resultará más difícil cuidar a sus propias poblaciones. Lo que hace falta para eso es liderazgo por parte de unas mayoría de países productores de vacunas que incluya, idealmente, a Estados Unidos.

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