<p>En tanto Estados Unidos mismo parece distante de la crisis financiera transatlántica, en tren de hacerse sistémica, “China, Rusia, Brasil, India y otros emergentes se expanden a ritmo insostenible, se sobrecalientan y amenazan con burbujas”. Así pronostica Buiter, un ortodoxo a medida de su empleador, Citigroup.<br />
<br />
Como es habitual entre monetaristas, esta postura soslaya el origen occidental de crisis como la hipotecaria de 2006/7 o su resultante, la sistémica de 2007/9. Entonces, Buiter y el propio director del Citi, Vikram Pandit, recomiendan a Brasil, China e India seguir elevando tasas básicas y adherir a políticas neoclásicas. El hindú va más lejos, olvida el rescate por US$ 45.000 millones a su entidad y aconseja “dejar caer los bancos en aprietos”.<br />
<br />
Pero un grupo nada desdeñable de economías industriales afronta el problema opuesto: la recesión deflacionaria. Varios países europeos se han apresurado a lanzar programas de austeridad fiscal sin dar tiempo a consolidarse la reactivación que asomaba meses atrás. La mezcla de despidos, recortes salariales y jubilatorios señala que el Banco Central Europeo, sin instrumentos eficaces, y un Fondo Monetario Internacional hoy paralizado deja el campo en manos de los villanos, la banca privada. Así se lee el rechazo a una “tasa Tobin”.<br />
<br />
Con o sin tipos referenciales en cero –como se pide al BCE-, el peligro mayor consiste en una recesión que pueda trocarse en deflación y generar el fenómeno contrario a la estanflación: la recesión deflacionaria. Esta perspectiva eventualmente impedirá que gobiernos, empresas y personas paguen sus deudas y se repitan casos como el griego.<br />
</p>
Unos temen inflación al este, otros ven deflación al oeste
Analistas que responden a la banca privada occidental, por ejemplo Willem Buiter (Citi), anticipan burbujas insostenibles en plazas emergentes claves. Al otro extremo del espectro, se teme deflación en economías centrales, especialmente europeas.












