Una tragedia que puede convertirse en un escándalo político

La más que probable muerte, en circunstancias misteriosas, del científico británico David Kelly es una tragedia que puede transformarse rápidamente en un escándalo político de consecuencias imprevisibles.

18 julio, 2003

Aunque no habrá confirmación oficial de la muerte hasta el sábado, la policía ya presentó sus condolencias a la familia de Kelly, el asesor del ministerio de Defensa sospechosos de haber declarado a la cadena pública de televisión BBC que el Gobierno exageró la amenaza iraquí para justificar la reciente guerra en el golfo Pérsico. El cadáver de un hombre que, según un portavoz de la policía, “coincide con la descripción del doctor David Kelly”, apareció hoy a unos ocho kilómetros de la casa de éste en la localidad de Abington, al oeste de Londres.

La oficina del primer ministro británico, Tony Blair -quien está de visita oficial en Tokio-, ha anunciado ya que, si se confirma que el fallecido es Kelly, habrá una investigación judicial independiente.

La alarma entre la clase política del Reino Unido es tal que el líder de la oposición conservadora, Iain Duncan Smith, ha sugerido al jefe del Gobierno que acorte su gira internacional para regresar de inmediato a Londres.

Kelly, de 59 años, casado y con tres hijas, biólogo y ex inspector de armas de la ONU en Irak, dijo a su esposa el jueves por la tarde que salía de la casa para dar un paseo. Ya no volvió.

El cadáver encontrado por la policía estaba boca abajo y no ha aparecido, de momento, nota alguna que pudiera apuntar la hipótesis de un suicidio.
Familiares y amigos coinciden en señalar que el doctor Kelly estaba viviendo con mucha presión desde que habló con un periodista de la BBC sobre las razones del Gobierno para justificar la invasión de Irak.

Kelly tuvo que comparecer ante el comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de los Comunes que se ocupa de investigar las decisiones del Gobierno que condujeron a la participación del Reino Unido en la guerra.
Aún no está claro si el científico desaparecido era fuente informativa principal o secundaria de la BBC, pero las noticias que dieron la radio y la televisión públicas sobre el papel del Ejecutivo en relación a Irak están en el origen de esta tragedia.

Kelly reconoció esta semana que había hablado con el periodista de la BBC Andrew Gilligan, pero dijo también que él no creía ser la fuente “principal” en esta historia.
La BBC, amparada en el secreto profesional, se ha negado a revelar de quién o quiénes procedieron sus informaciones.

Un portavoz de esta cadena se limitó hoy a presentar sus respetos a la familia y a reservar cualquier comentario hasta la confirmación oficial de la muerte.
El “caso Kelly” se ha producido cuando aún es mucha la tensión entre la BBC y el Gobierno a propósito de la intervención británica en Irak; intervención que el primer ministro sigue defendiendo casi cada vez que hace una declaración pública.

El ministerio de Defensa se ha apresurado a decir que Kelly fue reconvenido por haber hablado con un periodista sin permiso pero que “eso fue todo”; esto es, que en ningún momento se le amenazó de despido o se le insinuó represalia alguna.
El presidente del comité parlamentario que interrogó el martes pasado a Kelly, el laborista Donald Anderson, aseguró que el tono de la sesión “no fue agresivo” y que el testigo “no fue arrinconado” en ningún momento.

Quizá consciente de las implicaciones políticas que puede llegar a tener este caso, el portavoz de Downing Street pidió hoy “prudencia” y “precaución” a la hora de sacar conclusiones sobre lo ocurrido.
La rapidez con la que el propio Tony Blair ha ordenado una investigación judicial independiente prueba que esta tragedia puede convertirse, si no se ha convertido ya, en un tema muy serio para el Gobierno británico.

Fuente: EFE

Aunque no habrá confirmación oficial de la muerte hasta el sábado, la policía ya presentó sus condolencias a la familia de Kelly, el asesor del ministerio de Defensa sospechosos de haber declarado a la cadena pública de televisión BBC que el Gobierno exageró la amenaza iraquí para justificar la reciente guerra en el golfo Pérsico. El cadáver de un hombre que, según un portavoz de la policía, “coincide con la descripción del doctor David Kelly”, apareció hoy a unos ocho kilómetros de la casa de éste en la localidad de Abington, al oeste de Londres.

La oficina del primer ministro británico, Tony Blair -quien está de visita oficial en Tokio-, ha anunciado ya que, si se confirma que el fallecido es Kelly, habrá una investigación judicial independiente.

La alarma entre la clase política del Reino Unido es tal que el líder de la oposición conservadora, Iain Duncan Smith, ha sugerido al jefe del Gobierno que acorte su gira internacional para regresar de inmediato a Londres.

Kelly, de 59 años, casado y con tres hijas, biólogo y ex inspector de armas de la ONU en Irak, dijo a su esposa el jueves por la tarde que salía de la casa para dar un paseo. Ya no volvió.

El cadáver encontrado por la policía estaba boca abajo y no ha aparecido, de momento, nota alguna que pudiera apuntar la hipótesis de un suicidio.
Familiares y amigos coinciden en señalar que el doctor Kelly estaba viviendo con mucha presión desde que habló con un periodista de la BBC sobre las razones del Gobierno para justificar la invasión de Irak.

Kelly tuvo que comparecer ante el comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de los Comunes que se ocupa de investigar las decisiones del Gobierno que condujeron a la participación del Reino Unido en la guerra.
Aún no está claro si el científico desaparecido era fuente informativa principal o secundaria de la BBC, pero las noticias que dieron la radio y la televisión públicas sobre el papel del Ejecutivo en relación a Irak están en el origen de esta tragedia.

Kelly reconoció esta semana que había hablado con el periodista de la BBC Andrew Gilligan, pero dijo también que él no creía ser la fuente “principal” en esta historia.
La BBC, amparada en el secreto profesional, se ha negado a revelar de quién o quiénes procedieron sus informaciones.

Un portavoz de esta cadena se limitó hoy a presentar sus respetos a la familia y a reservar cualquier comentario hasta la confirmación oficial de la muerte.
El “caso Kelly” se ha producido cuando aún es mucha la tensión entre la BBC y el Gobierno a propósito de la intervención británica en Irak; intervención que el primer ministro sigue defendiendo casi cada vez que hace una declaración pública.

El ministerio de Defensa se ha apresurado a decir que Kelly fue reconvenido por haber hablado con un periodista sin permiso pero que “eso fue todo”; esto es, que en ningún momento se le amenazó de despido o se le insinuó represalia alguna.
El presidente del comité parlamentario que interrogó el martes pasado a Kelly, el laborista Donald Anderson, aseguró que el tono de la sesión “no fue agresivo” y que el testigo “no fue arrinconado” en ningún momento.

Quizá consciente de las implicaciones políticas que puede llegar a tener este caso, el portavoz de Downing Street pidió hoy “prudencia” y “precaución” a la hora de sacar conclusiones sobre lo ocurrido.
La rapidez con la que el propio Tony Blair ha ordenado una investigación judicial independiente prueba que esta tragedia puede convertirse, si no se ha convertido ya, en un tema muy serio para el Gobierno británico.

Fuente: EFE

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