Una semana con optimismo

Un Presidente distendido participó de la cena de diputados de la Alianza. Repartió sonrisas y apretones de manos, aun a algunos rebeldes. Destacó el cambio de humor social.

7 julio, 2000

Tal vez la expresión que mejor defina el clima existente a nivel oficial se evidenció en un recinto ajeno por completo a la actividad política. Fernando de la Rúa, concurrió a una comida organizada por los diputados de la Alianza en un conocido complejo gastronómico musical, con la afirmación de que llega a su fin la “mala onda” que gravitaba sobre la sociedad argentina.

El gestor de su presencia fue el titular de la Cámara, Rafael Pascual, quien posibilitó el diálogo presidencial con sus compañeros de la coalición oficialista, incluso algunos que asumieron posiciones de rebeldía frente al ajuste económico. La diputada Alicia Castro, dirigente del gremio aeronáutico, recibió un sonriente saludo del Jefe del Estado, que prefiere apelar al contacto personal y a la persuasión antes que a las medidas de disciplina política.

Incluso, tras saludar al centenar de invitados, se permitió deslizar que siente simpatía por un gobierno socialista, pero dejó entrever su verdadera concepción de la política cuando afirmó la necesidad de generar recursos y actuar con responsabilidad.

Esa referencia al cambio de humor en las esferas de la dirigencia empresarial, que es transmitida a la sociedad por los medios de comunicación, no hacía sino confirmar la apreciación de la mayoría de los analistas políticos y económicos, basada en una serie de signos positivos que se fueron sumando en las últimas jornadas. Lo que no indica un repentino ingreso en la reactivación y en el optimismo, sino el vislumbre de que, de no mediar contratiempos, el país se acerca a esa meta.

Tal vez la expresión que mejor defina el clima existente a nivel oficial se evidenció en un recinto ajeno por completo a la actividad política. Fernando de la Rúa, concurrió a una comida organizada por los diputados de la Alianza en un conocido complejo gastronómico musical, con la afirmación de que llega a su fin la “mala onda” que gravitaba sobre la sociedad argentina.

El gestor de su presencia fue el titular de la Cámara, Rafael Pascual, quien posibilitó el diálogo presidencial con sus compañeros de la coalición oficialista, incluso algunos que asumieron posiciones de rebeldía frente al ajuste económico. La diputada Alicia Castro, dirigente del gremio aeronáutico, recibió un sonriente saludo del Jefe del Estado, que prefiere apelar al contacto personal y a la persuasión antes que a las medidas de disciplina política.

Incluso, tras saludar al centenar de invitados, se permitió deslizar que siente simpatía por un gobierno socialista, pero dejó entrever su verdadera concepción de la política cuando afirmó la necesidad de generar recursos y actuar con responsabilidad.

Esa referencia al cambio de humor en las esferas de la dirigencia empresarial, que es transmitida a la sociedad por los medios de comunicación, no hacía sino confirmar la apreciación de la mayoría de los analistas políticos y económicos, basada en una serie de signos positivos que se fueron sumando en las últimas jornadas. Lo que no indica un repentino ingreso en la reactivación y en el optimismo, sino el vislumbre de que, de no mediar contratiempos, el país se acerca a esa meta.

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