Diego Ramiro Solá, un maestro de 41 años, fue asesinado de un balazo en el pecho ayer al mediodía sobre la vereda de Diagonal Norte al 700, casi llegando a Esmeralda, en pleno microcentro porteño. Sin saberlo, el docente había quedado entre un supuesto custodio y dos arrebatadores. Y encima todos huyeron: el dueño de la valija que los ladrones intentaron llevarse; los arrebatadores, y el custodio, quien en su afán por evitar el asalto disparó su arma pero erró el tiro, matando a Solá. El maestro iba caminando por la vereda de Diagonal Norte hacia el Obelisco, cuando a las 12.45 recibió el balazo y cayó derribado; pidió ayuda, pero era demasiado tarde, ni la mujer policía que ayudaba a cruzar la calle a una anciana ni el agente que vigilaba la entrada del edificio del Consejo del Menor y la Familia pudieron socorrerlo. Solá murió en el hospital Argerich, donde fue trasladado por una ambulancia.
Diego Ramiro Solá, un maestro de 41 años, fue asesinado de un balazo en el pecho ayer al mediodía sobre la vereda de Diagonal Norte al 700, casi llegando a Esmeralda, en pleno microcentro porteño. Sin saberlo, el docente había quedado entre un supuesto custodio y dos arrebatadores. Y encima todos huyeron: el dueño de la valija que los ladrones intentaron llevarse; los arrebatadores, y el custodio, quien en su afán por evitar el asalto disparó su arma pero erró el tiro, matando a Solá. El maestro iba caminando por la vereda de Diagonal Norte hacia el Obelisco, cuando a las 12.45 recibió el balazo y cayó derribado; pidió ayuda, pero era demasiado tarde, ni la mujer policía que ayudaba a cruzar la calle a una anciana ni el agente que vigilaba la entrada del edificio del Consejo del Menor y la Familia pudieron socorrerlo. Solá murió en el hospital Argerich, donde fue trasladado por una ambulancia.