Desde sus inicios, su rol ha sido siempre el de prestamista de última instancia. Eso ahora pasó a l os bancos centrales.
Pero la crisis ahora se ahonda por el escándalo protagonizado por su actual titular, Kristalina Georgieva, la economista búlgara que entre 2017 y 2019 se desempeñó como directora del Banco Mundial. Georgieva enfrenta una investigación del Banco Mundial, sobre una supuesta irregularidad cometida en favor de China y otros países.
Para muchos países de ingresos altos y medianos el FMI ya había perdido importancia debido, en parte, a los programas de flexibilización cuantitativa implementados desde la crisis financiera de 2008. Perdió entonces sentido para ellos someterse a las condiciones impuestas por el FMI para obtener un préstamo que otros agentes otorgaban sin tantos requisitos. Luego está el antagonismo de Estados Unidos y China, sus dos principales accionistas. Y en tercer lugar se suma ahora el escándalo que protagoniza Georgieva que echa sombra a la reputación del Fondo de puntillosidad con sus números.
Sin embargo, Georgieva tiene habilidad que favorecen el rol desarrollador del FMI. Ella es una economista progresista comparada con algunos de sus predecesores. Y eso representa un cambio importante en el rol más usual del FMI que es el de brindar liquidez de emergencia. Un ejemplo de este cambio fue la creación el mes pasado de US$ 650.000 millones en Derechos Especiales de Giro (DEG). El Fondo distribuyó esta cuasi moneda a todos sus miembros como dinero gratis para ser usados con cualquier propósito que les parezca adecuado. Para algunos, la pandemia exigía una acción de ese tipo Para otros, las reglas se estiraron para distribuir un impulso fiscal por la puerta trasera.
Los críticos dicen también que l programa DEG marcó un final para los programas del Fondo para los países, elaborados según un cuidadoso marco que incluye el camino hacia la recuperación, detallados análisis de deuda y otros aspectos de políticas públicas. En cambio ahora, dicen, existe l riesgo de que que haya dinero gratis para todos.
En medio de esta crisis de identidad, analiza hoy el Financial Times, llega ahora este escándalo que amenaza con destruir uno de los activos más valiosos que le quedan al Fondo: la credibilidad. Si Georgieva manipuló datos para favorecer a China en el Banco Mundial, no será posible que en el FMI haga lo mismo para favorecer a otros gobiernos?