Un legado de Bush a la libertad de pensamiento
Entre 2001 y 2008, el número de no creyentes declarados pasó de 8 a 15% de la población norteamericana. También han proliferado libros y grupos de opinión favorables al ateísmo, en un país plagado de credos fundamentalistas.
11 mayo, 2009
En apenas ocho años, la Alianza de Estudiantes Seculares han abierto 146 grupos universitarios. Vale decir, 3,5 veces más que en 2001. <br />
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Al cabo de rivalidades ideológicas y hasta personales, diez organizaciones de alcance nacional crearon en abril la Coalición Secular de EE.UU. Su meta clave no da lugar a dudas: “cabildear en Washington por la separación efectiva entre estado y confesiones religiosas”. <br />
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Pero la unidad se hace esperar. Ante la CS se alza una organización similar, la Coalición Racional Unida (CRU) de Frederick Edwords. La integran veinte grupos locales y aspira a absorber la CS. Su mentor afirma que “estos movimientos reflejan la reacción de mucha gente ante la coalición de fundamentalistas judeocristianos que dominó la política estadounidense bajo George W.Bush”. <br />
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Por supuesto, ateos, agnósticos y anticlericales –aunque no son la misma cosa- existen en ese país desde fines del siglo XIX. Pero el celo confesional de Bush, su eminencia gris (el predicador Karl Rove) y los judíos ultraconservadores –con William Kristol al frente- han provocado el surgimiento militantes de los librepensadores. <br />
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Su estandarte es una frase de Barack Obama: “Somos una nación de cristianos, judíos, musulmanes, hindúes, budistas y no creyentes”. Ningún presidente se había declarado tan ecuménico. Pero la CS y la CRU no se componen sólo de ateos. En realidad, en este mundo los ateos verdaderos son escasos en relación con los agnósticos, que niegan la posibilidad de arribar a lo divino vía el conocimiento racional. <br />
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La bandera del nuevo activismo también se presta a equívocos. Así, EE.UU. no tiene religión específica, salvo que acepte la simbología masónica de los billetes o la frase “in God we trust”. Una campaña contra la presunta “religión estatal” debiera empezar rediseñando el papel moneda. <br />
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