En apenas ocho años, la Alianza de Estudiantes Seculares han abierto 146 grupos universitarios. Vale decir, 3,5 veces más que en 2001. <br />
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Al cabo de rivalidades ideológicas y hasta personales, diez organizaciones de alcance nacional crearon en abril la Coalición Secular de EE.UU. Su meta clave no da lugar a dudas: “cabildear en Washington por la separación efectiva entre estado y confesiones religiosas”. <br />
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Pero la unidad se hace esperar. Ante la CS se alza una organización similar, la Coalición Racional Unida (CRU) de Frederick Edwords. La integran veinte grupos locales y aspira a absorber la CS. Su mentor afirma que “estos movimientos reflejan la reacción de mucha gente ante la coalición de fundamentalistas judeocristianos que dominó la política estadounidense bajo George W.Bush”. <br />
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Por supuesto, ateos, agnósticos y anticlericales –aunque no son la misma cosa- existen en ese país desde fines del siglo XIX. Pero el celo confesional de Bush, su eminencia gris (el predicador Karl Rove) y los judíos ultraconservadores –con William Kristol al frente- han provocado el surgimiento militantes de los librepensadores. <br />
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Su estandarte es una frase de Barack Obama: “Somos una nación de cristianos, judíos, musulmanes, hindúes, budistas y no creyentes”. Ningún presidente se había declarado tan ecuménico. Pero la CS y la CRU no se componen sólo de ateos. En realidad, en este mundo los ateos verdaderos son escasos en relación con los agnósticos, que niegan la posibilidad de arribar a lo divino vía el conocimiento racional. <br />
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La bandera del nuevo activismo también se presta a equívocos. Así, EE.UU. no tiene religión específica, salvo que acepte la simbología masónica de los billetes o la frase “in God we trust”. Una campaña contra la presunta “religión estatal” debiera empezar rediseñando el papel moneda. <br />
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Un legado de Bush a la libertad de pensamiento
Entre 2001 y 2008, el número de no creyentes declarados pasó de 8 a 15% de la población norteamericana. También han proliferado libros y grupos de opinión favorables al ateísmo, en un país plagado de credos fundamentalistas.