Hay muchos estudios que demuestran que ver a un colega, amigo o conocido comportarse de modo poco ético, aumenta la deshonestidad de la gente en los tests de laboratorio.
Simon Gachter de la Universidad de Nottingham y Jonathan Schultz, de la Universidad de Yale, ambos economistas conductistas, se dedicaron a estudiar este tema en profundidad y publicaron los resultados hace exactamente un año. Entre los resultados que citan está la sugerencia que la corrupción no sólo daña la prosperidad de una nación sino que además moldea la conducta moral de sus ciudadanos.
Los resultados indican que a los países muy corruptos les cuesto muchísimo cambiar porque sus ciudadanos han sido formados por normas que permiten la deshonestidad. Sin embargo, hay también una implicancia práctica positiva: en lugar de atacar la corrupción por el lado de las instituciones, se puede comenzar dirigiéndose a los jóvenes. “Cambiar las instituciones formales es difícil, pero los instituciones descansan en la gente. Llevará más tiempo, pero vale la pena tomar por ese camino”, dice Schultz.