<p>En lo relativo a la crisis sistémica, el entusiasmo de Barack Obama (insistió en “un nuevo comienzo”) no llega a ocultar una modesta realidad. Se fortalece el FMI, pero no se crea un ente supervisor financiero mundial para seguir el proceso y determinar cómo se cumplen las mediadas reales anunciadas en el documento final.</p>
<p>El paquete, en verdad, desborda las facultades orgánicas del FMI. El G-20 se compromete a aportar US$ 1,1 billón al ente para cuadruplicar sus recursos. Esto abarca los US$ 300.000 millones que Estados Unidos, la Unión Europea. China y Japón anticiparán en unidades de giro.</p>
<p>En lo tocante a paraísos “lavadinero”, ya circula una lista bastante amplia, compilada por la Organización pro Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). La nómina la encabezan Uruguay, Costa Rica, Malasia y Filipinas. Este cuarteto se niega a respetar cánones internacionales. Por ejemplo, Costa Rica no tiene extradición para delitos financieros y Malasia es, en realidad, una “dependencia” de Singapur para negocios impresentables.</p>
<p>El resto del elenco lo integran Suiza, Andorra, Chile, Bélgica, Guatemala, Austria, Brunei, Luxemburgo y Singapur misma. Pero hay ausencias tan llamativas como Liechtenstein -títere de los hélvetas-, las islas propiedad de la corona británica (Man, Jersey, Guernsey), las Antilllas holandesas, Panamá y media Oceanía.</p>
<p>Mientras tanto, el comunicado contiene declaraciones bien intencionadas pero soslaya cuestiones fundamentales. Entre ellas, anacrónicas redes bancarias, manejo de activos tóxicos y vigilancia. En esta materia, surge un panorama confuso. Amén de facultades adicionales para el Fondo, aparece una “junta de servicios financieros”, originada en el foro de estabilidad, ente por demás ortodoxo con sede en Basilea.</p>
<p>Ahí atienden también el Banco de Ajustes Internacionales (BAI, “banco central de bancos centrales”) y su comité de normas contables. Tan ausentes en Londres como el Banco Central Europeo. Toda esa parafernalia reguladora afronta ya mismo su primera prueba de fuego: México, socio pobre de un tratado de libre comercio –los ricos son EE.UU. y Canadá-, pidió al FMI una línea de crédito por hasta US$ 48.000 millones. </p>
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Un balance más bien modesto para el G-20
Al margen de algunas medidas concretas, los jefes de estado o gobierno postergaron los problemas más complejos o se los pasaron al Fondo Monetario Internacional y otras instancias multilaterales. Pero al fin sacaron la lista negra de off shores.