Un año de malos resultados del comercio internacional

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El comercio mundial se desacelera con un efecto “desglobalizador”, a la vez que la Argentina sufre los efectos de la sequía y de los cepos del dólar que fueron avanzando desde la importación hasta los servicios logísticos, creando una fuerte incertidumbre en todas las cadenas productivas.

Por Marcela Cristini y Guillermo Bermúdez (*)
En los primeros cinco meses del año, la evolución de nuestro comercio internacional de mercancías muestra una situación que anticipa que éste será un año de malos resultados, tanto en términos de provisión de divisas necesarias para el corto plazo como de estímulos para el crecimiento en el mediano plazo.
Así lo explica la última edición de la revista de FIEL. El último informe del INDEC sobre el comercio externo de mercancías muestra que, en los primeros cinco meses del año, las exportaciones cayeron un 22,1% (USD 28000 millones) y las importaciones se redujeron en un 6,3% (USD 30690 millones). El saldo comercial fue negativo en 2690 millones. Esta evolución se perfila semejante a la de 2018, cuando el país también sufrió una intensa sequía.
Del lado exportador, se observa una reducción significativa de las exportaciones de productos primarios (-41,1%) y de manufacturas de origen agropecuario (-23,7%) en estos cinco meses comparados con igual período del año anterior. En productos primarios, los minerales fueron una excepción al aumentar los envíos en un 27%.
La otra excepción fueron los frutos y granos oleaginosos debido, probablemente, a los sucesivos programas del dólar-soja. Las importaciones de poroto de soja para su industrialización por la industria local desde Paraguay. Bolivia y Brasil no alcanzaron para compensar la pérdida de materia prima de la industria aceitera, cuyas exportaciones cayeron un 28,4%. A ese efecto esperable, se suma la caída de las exportaciones industriales (-5,6%) y el estancamiento de las exportaciones de los productos de la energía. Pese a los efectos de la sequía, las exportaciones primarias y agroindustriales siguieron dominando la composición de las exportaciones. En estos primeros cinco meses representaron el 58,4% del total, frente al 64% del año 2022. Del lado importador, las compras siguieron concentrándose en insumos y en las partes y piezas de bienes de capital en un contexto de “cepo importador”, que las autoridades (Secretaría de Comercio Exterior y Banco Central) están encargadas de autorizar las compras y los pagos que se hacen con plazos de entre 60 y 180 días.
Esto ha obligado a un aumento de la financiación propia o de las casas matrices para el acceso a los insumos y a una mayor incertidumbre de abastecimiento que es, en parte, responsable por la disminución de la actividad industrial. Al cepo del dólar para las compras se ha sumado también un cepo del dólar para el pago de los servicios de logística, lo que redunda en una mayor incertidumbre para la planificación de los negocios, tanto de importación como de exportación si se depende de insumos importados.
Una novedad en este aspecto ha sido la incorporación del yuan, moneda china, en los mecanismos de pago de importaciones de cualquier origen que acepten esa moneda. La disponibilidad del equivalente de USD 5000 millones del SWAP chino para utilizar con este objetivo hizo que la tramitación de estas compras fuese un poco más fluida, aunque también en este caso deben respetarse los plazos de 60 a 180 días. En la actualidad, Brasil y China son nuestros principales proveedores internacionales (24,7% y 17,5% en los primeros 5 meses del año, respectivamente).
(*) Economistas de FIEL.

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