A las empresas líderes en tecnología les está yendo muy bien, según muestran los resultados trimestrales que acaban de publicar. Sin embargo –o tal vez precisamente por eso- reciben fuertes críticas de empresas y gobiernos porque el tamaño y el poder que alcanzan. Una realidad que amenaza convertirlas en monopolios fuera de todo control.
Es que 8 de las empresas más valiosas del mundo, operan en el campo tecnológico. El valor de capitalización combinado de este grupo es de US$ 4,7 billones (millones de millones). Si se toman las 100 primeras empresas del planeta, estas 8 representan 30% del valor combinado de las restantes 92.
Las 8 empresas en cuestión, son Apple, Alphabet (Google), Microsoft, Amazon y Facebook. Todas estadounidenses. Las otras tres, son la surcoreana Samsung, y las chinas Alibaba y Tencent.
En los últimos días, varias de ellas publicaron sus reportes trimestrales de resultados. Apple mejoró su ingreso en 13%; Amazon tuvo una utilidad superior a US$ 1.000 millones; y mejoró el ingreso de Facebook, de Alphabet y de Microsoft. Todas tienen algún problema. A Apple se le reprocha que sus celulares generan adicción. A Google que elude la competencia. A Facebook, que disemina noticias falsas. A Amazon que destruye empleos.
Con todo, estos cargos no son los más graves. Gobiernos y empresas advirtieron en Davos que hay una tendencia peligrosa. El temor es que el tamaño y el poder de estas empresas contribuyan a minar la vigencia de la democracia liberal republicana, asistiendo a gobiernos autoritarios o incluso dictatoriales para supervisar la conducta de los ciudadanos.
En Estados Unidos, hay otra polémica. Si las ventajas que les otorga el nuevo régimen impositivo, que les permite repatriar fondos en el exterior, se traducirá en inversiones dentro del país, que estimulen la economía y generen empleo.
La realidad es que ninguna de estas grandes empresas se ha comprometido a inversiones o a generar trabajo a pesar de ser los grandes beneficiarios del cambio en la ley impositiva. Cinco de estas grandes compañías representaban 35% del total de efectivo que las empresas locales mantenían en el exterior (precisamente para no pagar impuestos en su país). Una masa estimada en US$ 680 mil millones.
En el caso de iPhone, que nunca se ha caracterizado por grandes adquisiciones de compañías, estos recursos pueden volcarse en buena medida a recompensar a los accionistas, pagando dividendos extraordinarios.
Apple es la única que parece estar dispuesta a comprometer una suma del orden de US$ 350 mil millones, como “contribución directa” a la economía estadounidense en los próximos cinco años. Aunque nadie entiende muy bien adónde irá a parar ese dinero.