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Mientras Bruselas teme por la propia cumbre de Londres, el presidente norteamericano habla de “amplio consenso para superar la peor recesión desde la Segunda guerra mundial”. Por el contrario, Berlín y París insisten en que tan buenas intenciones se reflejen en medidas concretas.<br />
Un fracaso en compatibilizar posturas –que sobrevuela las sesiones – dejaría a la reunión en el aire. A la cabeza del temario figuran un marco regulatorio común para los fondos de cobertura (una máquina de especular con derivativos), límites a las remuneraciones de ejecutivos y gestión de activos tóxicos.<br />
Entretanto, los miembros del G-20 están divididos sobre nuevos estímulos, refugios fiscales (lavado de dinero) y nuevas normas de operación bancaria para todo el mundo. Analistas vinculados con Gran Bretaña o Estados Unidos cuestionan la actitud intemperante de Sarkozy y Merkel. <br />
Por cierto, Timothy Geithner, secretario del Tesoro norteamericano, quiere poner los fondos especulativos y extrabursátiles bajo supervisión federal. Además, busca universalizar esos mecanismos vía un regulador de riesgos sistémicos con facultades amplias.<br />
Merkel, que afronta elecciones generales en septiembre, sostiene que la cumbre “es una posibilidad única de reformar las finanzas”. Pero, como Sarkozy, no cree que deban contemplarse ulteriores estímulos sin cruzar ese puente. Una señal del clima volátil es que circulan varios borradores de documento final.<br />
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Últimos gestos europeos y Obama pìde unidad al G-20
Angela Merkel y Nicolas Sarkozy exigen normas más estrictas sobre los mercados financieros. Esto agrava la brecha con Estados Unidos, Gran Bretaña y Japón, que Barack Obama ve como una amenaza al propio Grupo de los 20.