Turquía: un informe muy negativo en la Unión Europea

La Comisión Europea objeta a Angora por no haber hecho reformas sobre derechos civiles. Tampoco se avanzó en el caso Chipre. Ahora, el presidente de turno –Olli Rehn, finés- intentará salvar las negociaciones.

1 noviembre, 2006

Por el momento, se ha perdido un año de empeñosas tratativas y, el miércoles 8, la CE calificará de insuficientes las reformas turcas. Según el borrador que empezó a circular en Bruselas, las cosas tampoco van mejor en el espinoso caso de Chipre: su tercio septentrional es un estado títere de Angora, sus dos tercios restantes lo son de Atenas (los heredó de Gran Bretaña en 1974).

Sea como fuere, la suerte de las negociaciones será definida, para bien o para mal, durante el plenario que los veinticinco comisarios de la CE harán recién el 14 de diciembre. Un grupo de países, encabezados por José Manoel Durão Barroso (presidente del ejecutivo), probablemente encomiende al finés Rehn “reanudar contactos, una vez suspendido un dictamen sin duda negativo”, según confió la sueca Margot Wallström.

Junto con Barroso, Rehn y el italiano Franco Frattini, son los miembros más proclives a enfriar tensiones. En la oposición militan Benita Ferrero (Austria), Neelie Kroes (Holanda), Stavros Dimás (Grecia) y Markos Kiprianú (Chipre). En apariencia sin definirse pero, cabe sospechar, hostiles son Francia y Polonia. El caso británico es contradictorio: Londres apoya el ingreso turco pero, por su parte, sigue fuera del euro y otros mecanismos de la Eurozona.

La cuestión chipriota es indirecta. En 2005, el gobierno de Tayyip Erdögan subscribió con la UE el compromiso de liberar el comercio con los veinticinco miembros. Chipre es uno de ellos (incorporada en forma prematura, sostienen varios dirigentes políticos del área) pero, desde 1974, el régimen controlado por Atenas no se habla con el manejado por Angora.

En lo tocante a derechos civiles, el asunto es más complicado. En un gesto de desinterés por el ingreso y la opinión pública europea, el gobierno turco “por ahora no modificará el artículo 301 del código penal”. Entre otras cosas, su texto prohíbe discutir en público las masacres de armenios y kurdos. Por elevación, eso le impide a Orhan Pamuk, premio Nobel más político que literario, regresar a su país.

Por el momento, se ha perdido un año de empeñosas tratativas y, el miércoles 8, la CE calificará de insuficientes las reformas turcas. Según el borrador que empezó a circular en Bruselas, las cosas tampoco van mejor en el espinoso caso de Chipre: su tercio septentrional es un estado títere de Angora, sus dos tercios restantes lo son de Atenas (los heredó de Gran Bretaña en 1974).

Sea como fuere, la suerte de las negociaciones será definida, para bien o para mal, durante el plenario que los veinticinco comisarios de la CE harán recién el 14 de diciembre. Un grupo de países, encabezados por José Manoel Durão Barroso (presidente del ejecutivo), probablemente encomiende al finés Rehn “reanudar contactos, una vez suspendido un dictamen sin duda negativo”, según confió la sueca Margot Wallström.

Junto con Barroso, Rehn y el italiano Franco Frattini, son los miembros más proclives a enfriar tensiones. En la oposición militan Benita Ferrero (Austria), Neelie Kroes (Holanda), Stavros Dimás (Grecia) y Markos Kiprianú (Chipre). En apariencia sin definirse pero, cabe sospechar, hostiles son Francia y Polonia. El caso británico es contradictorio: Londres apoya el ingreso turco pero, por su parte, sigue fuera del euro y otros mecanismos de la Eurozona.

La cuestión chipriota es indirecta. En 2005, el gobierno de Tayyip Erdögan subscribió con la UE el compromiso de liberar el comercio con los veinticinco miembros. Chipre es uno de ellos (incorporada en forma prematura, sostienen varios dirigentes políticos del área) pero, desde 1974, el régimen controlado por Atenas no se habla con el manejado por Angora.

En lo tocante a derechos civiles, el asunto es más complicado. En un gesto de desinterés por el ingreso y la opinión pública europea, el gobierno turco “por ahora no modificará el artículo 301 del código penal”. Entre otras cosas, su texto prohíbe discutir en público las masacres de armenios y kurdos. Por elevación, eso le impide a Orhan Pamuk, premio Nobel más político que literario, regresar a su país.

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