Turquía: Erdögan juntó más votos pero menos bancas que en 2002

No obstante, la Unión Europea y Estados Unidos consideran que estas elecciones beneficiaron a los musulmanes sunníes moderados. Otro rasgo positivo: vuelven los kurdos, con veinticuatro diputados.

23 julio, 2007

Los comicios del domingo 22 elevan los votos de 2002 (34,3%) a 46,7%. Pero la estructura de distritos hace que el partido justicia y desarrollo (AKP) baje de 363 a 341 la cantidad escaños. Por lo mismo, la izquierda laica pasó de 19,4 a 20,9% en votos, pero retrocediendo de 178 a 112 en bancas.

No obstante, hay un síntoma inquietante: la derecha nacionalista islámica subió de 10,7 a 14,2% la proporción de votos. Eso implica 71 asientos, con los cuales desaloja a los independientes como tercer bloques (ceden de 16,2 a 5,2%). A su vez, los kurdos dominan este sector (24 sobre 26 legisladores).

La asamblea nacional turca se compone de 550 diputados. Un régimen de “repartición no proporcional”, parecido al argentino, da excesivo peso a distritos rurales en desmedro de las ciudades. No obstante, no llega a extremos como La Rioja, San Luis, Santiago del Estero, Formosa, etc., donde hacen falta muchos menos votos que en las provincias grandes para obtener una banca. De ahí el alto componente feudal y regresivo de estos sistemas electorales.

Naturalmente, los tres temas centrales de estos comicios eran el legado laico de Mustafá Kemal Atatürk, la vuelta al parlamento de los kurdos (aunque los armenios sigan ignorados) y las relaciones con la Unión Europea. Dejando de la dureza de Juan Pablo II –polaco, después de todo-, Benedicto XVI ha aplaudido, junto con Bruselas, resultados que exhiben un AKP bastante menos fundamentalista que hace cinco años.

El primer ministro Recep Tayyip Erdögan no precisa los votos de la derecha religiosa. Sumando su partido, la izquierda laica y los independientes, reúne un apoyo potencial de 72,8%, esto es 479 bancas. A partir de ahora, el gobierno podrá continuar con ciertas reformas económicas (no ”de mercado”, como imaginan medios conservadores en Occidente).

Sin embargo, el problema clave de largo plazo es entrar en la UE. Resistido por Francia (el presidente Nicolas Sarzozu, que trasunta su origen húngaro), su aliada Rumania y el régimen ultracatólico de Polonia, el ingreso puede llegar a ser descartado por Angora, remisa a aceptar más concesiones. Si sucede eso, la UE habrá excluido un país de 780.000 km2 (mayor que Ucrania), 71 millones de habitantes –número sólo inferior al de alemanes, un producto bruto por persona de € 6.600 (2006). Es decir, más que Bulgaria, Grecia, Polonia o ficciones políticas como Chipre y Malta.

Los comicios del domingo 22 elevan los votos de 2002 (34,3%) a 46,7%. Pero la estructura de distritos hace que el partido justicia y desarrollo (AKP) baje de 363 a 341 la cantidad escaños. Por lo mismo, la izquierda laica pasó de 19,4 a 20,9% en votos, pero retrocediendo de 178 a 112 en bancas.

No obstante, hay un síntoma inquietante: la derecha nacionalista islámica subió de 10,7 a 14,2% la proporción de votos. Eso implica 71 asientos, con los cuales desaloja a los independientes como tercer bloques (ceden de 16,2 a 5,2%). A su vez, los kurdos dominan este sector (24 sobre 26 legisladores).

La asamblea nacional turca se compone de 550 diputados. Un régimen de “repartición no proporcional”, parecido al argentino, da excesivo peso a distritos rurales en desmedro de las ciudades. No obstante, no llega a extremos como La Rioja, San Luis, Santiago del Estero, Formosa, etc., donde hacen falta muchos menos votos que en las provincias grandes para obtener una banca. De ahí el alto componente feudal y regresivo de estos sistemas electorales.

Naturalmente, los tres temas centrales de estos comicios eran el legado laico de Mustafá Kemal Atatürk, la vuelta al parlamento de los kurdos (aunque los armenios sigan ignorados) y las relaciones con la Unión Europea. Dejando de la dureza de Juan Pablo II –polaco, después de todo-, Benedicto XVI ha aplaudido, junto con Bruselas, resultados que exhiben un AKP bastante menos fundamentalista que hace cinco años.

El primer ministro Recep Tayyip Erdögan no precisa los votos de la derecha religiosa. Sumando su partido, la izquierda laica y los independientes, reúne un apoyo potencial de 72,8%, esto es 479 bancas. A partir de ahora, el gobierno podrá continuar con ciertas reformas económicas (no ”de mercado”, como imaginan medios conservadores en Occidente).

Sin embargo, el problema clave de largo plazo es entrar en la UE. Resistido por Francia (el presidente Nicolas Sarzozu, que trasunta su origen húngaro), su aliada Rumania y el régimen ultracatólico de Polonia, el ingreso puede llegar a ser descartado por Angora, remisa a aceptar más concesiones. Si sucede eso, la UE habrá excluido un país de 780.000 km2 (mayor que Ucrania), 71 millones de habitantes –número sólo inferior al de alemanes, un producto bruto por persona de € 6.600 (2006). Es decir, más que Bulgaria, Grecia, Polonia o ficciones políticas como Chipre y Malta.

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