Es otro caso de un país dividido. Con esta magra diferencia de votos, el actual mandatario consolida su proyecto autoritario. Con la nueva constitución obtendrá poderes extraordinarios, y podrá avanzar sobre los fueros del parlamento y de la justicia. La suma del poder público.
El Consejo Electoral (donde hace poco obligaron a renunciar a tres de sus miembros independientes) estaba aceptando resultados de diversos puntos del país sin que fueran verificados oficialmente. De ahí la protesta opositora. Pero no parece que se vaya más allá de la protesta.
Erdogan da el capítulo por cerrado y avanza en su dirección favorita. Aun sabiendo que eso significa congelar las negociaciones de inclusión de su país en la Unión Europea, anunció que buscará promulgar una ley que establezca la pena de muerte para distintos delitos.
Parece decidido a desandar el camino del país en las últimas décadas, y alejarse de todo lo que signifique alineación con Occidente.
El voto negativo triunfó en Estambul (por primera vez desde 2002), la mayor ciudad histórica y más poblada del país, lo que preanuncia enfrentamientos futuros que provocarán más represión del Estado controlado con mano de hierro por el Presidente Erdogan. Algo que puede ser similar en Ankara y en Izmir, donde también se impuso el NO.
Con la nueva constitución en vigencia, toda institución del país será moldeada desde la Presidencia. Erdogan podría gobernar hasta 2029, en total más años que los estuvo en el poder Kemal Ataturk, el fundador de la república. De alguna manera, es el restablecimiento del califato.
El cuestionado triunfo sigue a una corta campaña donde los opositores fueron tildados por el gobierno como terroristas, donde los medios fueron totalmente sometidos a control oficial, y donde los principales dirigentes contrarios al gobierno, fueron encarcelados con diferentes pretextos. La nueva constitución otorga amplia inmunidad a la figura presidencial.
Nada parece que irá mejor en Turquía, a partir de ahora.