El discurso de Donald Trump durante la sesión del martes de la Asamblea General de las Naciones Unidas no sorprendió a ninguno de los mandatarios asistentes. Transmitió lo que todos esperaban… aunque bastante más. Arrancó de esta manera: “Me presento ante esta Asamblea General para compartir con todos ustedes el extraordinario progreso que hemos hecho. En menos de dos años mi administración ha logrado más que casi cualquier otra administración en la historia de nuestro país”.
Luego se refirió al poder militar: “Nuestras fuerzas armadas muy pronto serán más poderosas que nunca. O sea, que Estados Unidos es un país más fuerte, más seguro y más rico que cuando llegué al poder”.
Y explicitó con claridad su visión del mundo: ” Estados Unidos siempre va a preferir la independencia y la cooperación al gobierno, control y dominación global”. “Nunca vamos a someter la soberanía de nuestro país a una burocracia global no elegida por nuestro pueblo y que tampoco responde ante él. América es gobernada por americanos. Rechazamos la ideología de la globalización y abrazamos la doctrina del patriotismo”.
Se declaró partidario de dividir el mundo entre países amigos y países enemigos: “Estamos estudiando nuestra asistencia a extranjeros: si los países que reciben nuestros dólares y nuestra protección comparten también nuestros intereses. En el futuro sólo vamos a dar ayuda a los que nos respetan y son nuestros amigos.”
Por su parte, el presidente francés Emmanuel Macron retrucó violentamente, sin nombrarlo, las políticas que implementa Estados Unidos, diciendo que está dispuesto a asumir el liderazgo global que tradicionalmente desempeña Estados Unidos. “Nunca dejaré de sostener el principio de soberanía”, dijo Macron. “Ni siquiera ente cierto tipo de nacionalismo que estamos viendo hoy, que enarbola la soberanía como forma de atacar a los demás”.
Pero a diferencia de Trump, quien puso el énfasis en la independencia de los países, Macron brindó una visión diferente que le significó un sostenido aplauso al terminar: “Sólo la acción colectiva permite sostener la soberanía y la igualdad de los pueblos en cuyo nombre actuamos”. “Esa es la razón por la cual debemos tomar medidas con respecto a los desafíos que nos plantean el clima, la demografía y la digitalización. Ningún país puede atacar esto en aislamiento”.
“El nacionalismo siempre conduce a la derrota…Si falta coraje en la defensa de los principios fundamentales el orden internacional se vuelve frágil y eso puede llevar a lo que ya vimos dos veces (refiriéndose a las dos Guerras Mundiales), a la guerra global. Lo vimos con nuestros propios ojos”.
