Indignado al enterarse de que China decidió imponer a las importaciones provenientes de Estados Unidos aranceles por la misma cifra de US$ 50 mil millones, Donald Trump dio órdenes al Departamento de Comercio de estudiar la implementación de aranceles a más productos, por un valor total de US$ 100.000 millones.
En un comunicado emitido por la Casa Blanca,Trump reconvino a Xi Ping como si fuera un alumno de escuela: “En lugar de corregir su mala conducta, China optó por hacerle daño a nuestros agricultores e industriales. A la luz de esta represalia injusta, he dado instrucciones al Departamento de Estado para que vea de agregar otros US$ 100.000 millones en aranceles a importaciones chinas”.
El Ministerio de Comercio de China contestó con un comunicado escueto pero contundente: “China no desea una guerra comercial, pero no tiene miedo de pelearla”. Dicho en criollo sería “si querés pelear, peleamos”.
Funcionarios del círculo del presidente norteamericano corrieron a calmar a los mercados mundiales diciendo que los aranceles aplicados a más de 1.300 productos chinos tienen como único objetivo el inicio de una negociación.
Hubo fuertes vaivenes en las acciones de empresas norteamericanas en los últimos días. El plan chino de imponer aranceles a más de 100 importaciones norteamericanas envió los papeles de las S&P 500 1,6% más abajo el miércoles y luego subieron alrededor de 1%. Pero lo que está quedando en claro, dicen analistas e inversores, es que los mercados financieros se han convertido en el campo de batalla donde China y Estados Unidos buscan fortalecer su posición política.
En la mañana de hoy, jueves, cundió la alarma mientras representantes de la Casa Blanca aseguraban a la comunidad financiera que todavía hay mucho tiempo para lograr un acuerdo con Beijing.