Una extraordinaria combinación de política estratégica, política interna e intereses personales fue lo que se vio en la reunión del lunes entre Donald Trump y Vladimir Putin.
El encuentro estuvo dominado por el rechazo por parte de Trump de los cargos de que había conspirado con los rusos para ganar las elecciones presidenciales de 2016 y por sus afirmaciones de que había colocado las relaciones entre ambos países en un nuevo plano constructivo.
Ambos presidentes anunciaron en conferencia de prensa que acordaron cooperar en los temas relativos a Siria y Norcorea y en la no proliferación nuclear en Irán. Putin debería estar encantado con el rol positivo que le concedió su par norteamericano en este momento de cambios en el orden político global.
Trump respondió positivamente a la propuesta de Putin de que los dos estados deberían usar el tratado de cooperación criminal para continuar la investigación sobre el tema de la intromisión rusa en las elecciones. Eso sonó, en Estados Unidos, como una cachetada para todos los norteamericanos decididos a ver a su presidente sometido a juicio político justamente por ese tema. Al cooperar de esta manera con Putin, Trump está poniendo a prueba el patriotismo del partido republicano hasta el límite de lo posible al dar prioridad a sus intereses personales frente al proceso legal norteamericano.
Después de esta reunión se teme que el presidente norteamericano comprometa la política europea sobre Ucrania ofreciendo reconocer la usurpación de Crimea por parte de Rusia en 2014. Ese anuncio, sin embargo, no se hizo pero los dos hombres acordaron continuar el diálogo (sobre Crimea) admitiendo que tienen intereses y visiones diferentes.
Furia en Estados Unidos
De vuelta en casa el presidente deberá asistir hoy martes al Congreso para responder las críticas de los legisladores. La Casa Blanca no ha dicho si irá en persona o enviará un representante.
El senador republicano John McCain dijo que la conferencia de prensa realizada en Helsinki “fue una de las actuaciones más vergonzosas jamás realizada por un presidente norteamericano en toda la historia que se recuerde”.
Muchos funcionarios de inteligencia del país y muchos republicanos calificaron también a esa conferencia somo bochornosa y deshonrosa al escuchar al presidente negarse a confrontar al líder ruso sobre el tema de la interferencia en las elecciones.
McCain dijo que la cumbre entre ambos presidentes fue un “trágico error”. “El daño causado por la ingenuidad, egoísmo, falta equivalencia y afinidad con un autócrata es difícil de calcular”, añadió. “Ningún presidente anterior se rebajó de manera tan abyecta ante un tirano”, sentenció.
Enfrentando de manera directa al presidente que lo nombró, Dan Coats, director de National Intelligence, dijo que las agencias de espionaje de Estados Unidos han sido claras y se han basado en hechos concretos cuando evaluaron que Moscú interfirió en la carrera presidencial de hace dos años, una evaluación que Trump se negó a respaldar en Helsinki. Coats agregó que Rusia sigue detrás del “esfuerzo permanente por debilitar nuestra democracia”.
Nada más que tres días después de que el Departamento de Justicia de Estados Unidos imputara a 12 rusos por el hackeo de computadoras del Partido Demócrata por lo que las agencias de inteligencia califican de amplio plan dirigido por Putin para apoyar la campaña de Trump, el presidente dice que “Rusia acaba de decir que no fue y yo no veo razón para dudarlo”.
“Tengo confianza en mi gente de inteligencia. Pero les digo que el presidente Putin fue muy contundente al negarlo”.