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<p>Expertos en esquemas remuneratorios, especialmente en Estados Unidos, suponen que las nuevas pautas eliminarán esencialmente planes como los que vinculan bonificaciones a paquetes de hipotecas titulizadas o premian operaciones luego frustradas. Las orientaciones aprobadas por Barack Obama y, en parte, el grupo de los 20 buscan desalentar la toma de riesgos excesivos, o sea la especulación en la “industria” financiera (no lo es, pues no genera valor agregado).</p>
<p>Hasta ahora, en cambio, apenas siete entidades asistidas vía el programa pro alivio de activos tóxicos (TARP) han rebajado estipendios a operadores estelares. Sólo dos de ellas son bancos grandes. Kenneth Feinberg, asesor presidencial en remuneraciones, ha dispuesto reducir en promedio 50% la paga a los 25 máximos ejecutivos de cada sociedad.</p>
<p>El funcionario tiene en la mira dos “rebeldes”, Citigroup y la aseguradora American International Group. Ambos y otros, por cierto, esta presentando balances del tercer trimestre al parecer maquillados para dar utilidades y justificar altas bonificaciones.</p>
<p>Según Feinberg, el sistema oficial de rebajas debiera servir de patrón a toda Wall Street. Sus oponentes del negocio financiero, por el contrario, insisten en que ese modelo hace que excelentes profesionales abandonen las entidades en la picota. Naturalmente, se cita siempre el mismo ejemplo de “buena” política remuneratoria: Goldman Sachs.</p>
<p>Una estadística local por demás atrasada, la del contrato general neoyorquino Thomas DiNapoli, revela que –en 2006- las bonificaciones a personal del negocio financiero sumaban US$ 34.100 millones. De acuerdo con estimaciones privadas, en 2008 el monto cayó a 18.400 millones, pero por influjo del TARP. En efecto, los US$ 694.000 millones en rescates redujeron o suprimieron premios a esos mismos “excelentes profesionales”.</p>
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Trucos de los bancos para burlar los límites remuneratorios
Los principales reguladores del mundo corren el riesgo de perder la guerra con los banqueros de inversión. Su arsenal, desde eliminar bonificaciones garantidas de antemano hasta descontarlas si hubo pérdidas, choca con la astucia de los ejecutivos.