El fenómeno se explica por la falta de oportunidades laborales debido a la escasa creación de empleos de calidad. Por eso, más importante que el conflicto con los fondos “buitres” es rectificar las políticas públicas que sofocan la productividad y la generación de empleos de calidad, señala el Instituto de Desarrollo Económico y Social Argentino, Idesa, en el reporte número 562.
Los últimos datos oficiales, publicados por el INDEC, señalan que la economía continúa estancada.
El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) indica que en junio la producción no creció y que la variación en el 2° trimestre fue negativa (-0,3%).
También se reducen las exportaciones (-10%) y las importaciones (-8%), mientras el consumo privado sufre las consecuencias de que los salarios, las jubilaciones y demás prestaciones sociales crecen por debajo de la inflación.
Los datos relativos al mercado de trabajo que surgen de la Encuesta Permanente de Hogares, en cambio, son más difíciles de comparar.
El inconveniente se produce porque hasta el año 2013 los tamaños muestrales estaban construidos en base al Censo 2001 y a partir de 2014 se recalcularon en base a datos del Censo 2010.
El cambio está técnicamente justificado, pero resulta poco pertinente que se aplique 4 años después de realizado el censo y justo en el actual contexto de cambio en las tendencias del empleo.
De todas formas, el INDEC brinda algunos criterios para ajustar los datos y comparar tendencias respecto de años anteriores. En este sentido, según las fuentes oficiales se observa que:
- En 2011 la tasa de desempleo abierto fue del 7,2% y la tasa de actividad laboral (gente que trabaja o busca trabajo) del 46,3%.
- En el 1° semestre de 2014 la tasa de desempleo abierto creció levemente a 7,3% mientras que la tasa de actividad laboral cayó al 45,6%.
- Si en 2014 la tasa de actividad no hubiera caído y fuera la misma que en el año 2011 la tasa de desempleo habría sido de 8,7%,o sea 1,4 puntos superior.
Los datos oficiales muestran que el estancamiento económico no está generando aumentos en el desempleo abierto. Aunque los datos del INDEC motivan sospechas de manipulación es altamente probable que reflejen un fenómeno real. Esto es, el ajuste en el mercado laboral no se canaliza vía mayor desempleo sino en gente que, ante la falta de oportunidades laborales, deja de buscar empleo. Este efecto desaliento opera como un desempleo oculto que es medido a través de la caída en la participación laboral.
El estancamiento en la producción produce suspensiones, despidos y escasa generación de nuevos empleos. Bajo condiciones tan adversas, muchas personas asumen remotas las posibilidades de conseguir un empleo y por ese motivo deciden dejar de buscarlo.
El caso más frecuente se da entre los potenciales segundos generadores de ingresos de los hogares –cónyuges e hijos que viven con los padres– que optan por declararse inactivos como ama de casa, estudiante o sin trabajar ni estudiar.
Una segunda consecuencia, que todavía no se puede medir con los datos que publicó el INDEC, es que mucha gente que pierde un empleo formal apela rápidamente a una ocupación alternativa en la informalidad. Esto también contribuye a que el desempleo abierto no aumente.
La estabilidad en la tasa de desempleo abierto no implica que no haya deterioro en el mercado de trabajo.
Desde hace tres años que la tasa de empleo está estancada induciendo menores tasas de actividad laboral y mayor informalidad lo que implica caída de ingresos para muchos hogares.
A esto se suma la erosión que produce la inflación sobre todas las remuneraciones reales. Este proceso tiene asociado costos sociales y se explica, en parte, por la desaceleración económica, pero fundamentalmente por el aumento de los costos laborales por encima de lo que las empresas pueden incrementar su productividad debido a la irracional presión impositiva, la burocracia estatal y la conflictividad laboral.
La respuesta oficial desafiante a la justicia de EE.UU. de ofrecer un cambio de jurisdicción de los títulos públicos argentinos genera opiniones encontradas.
Para algunos es un acto de soberanía y nacionalismo. Para otros es un acto irresponsable de aislamiento internacional.
En cualquiera de los dos casos, no deja de ser motivo para la distracción respecto a temas más importantes como son las deficientes políticas públicas que socavan la productividad y la capacidad de creación de empleos de calidad.